Un camionero rudo emprende un viaje de 1.500 km con una mujer y su bebé desde el Norte argentino. Es un comienzo mínimo, una premisa simple que se va transformando en una película atractiva donde el espectáculo reside en la manera como tejen relación esos tres personajes. Sin embargo, la simpleza del film -por cierto preciso- tiene algo de falso, de buscado. No se trata de disponer de golpes bajos para conmover al espectador, sino de sugerirlos convocando la simpatía. Por un lado, es admirable la manera como se ha dirigido y producido un film de compleja logística para que parezca espontáneo. Pero por otro se advierten los hilos y la manipulación; de cómo todo está diseñado -absolutamente diseñado- para satisfacer el ansia de emociones. Los mejores momentos de la película aparecen en los primeros minutos, cuando la manipulación no se nota. De todos modos, hay en Pablo Georgelli un cineasta a seguir con curiosidad y expectativa.