¿Qué tiene de diferente esta producción argentina que pasó por los festivales de Asunción, Cannes, Toronto, San Sebastián, Biarritz, India, Corea, Londres, y además ganó 10 premios? Su realizador Pablo Giorgelli acompaña la peli y no se cansa de realizar entrevistas y guardar estatuitas en sus valijas. ¿Por qué será? Muy simple, “Las acacias” es una historia de vida lineal, cotidiana, casi aburrida, con silencios y, por sobre todas las cosas, con muchas sutilezas e imágenes que nos llevan a la reflexión de lo que en realidad son las relaciones humanas.
Rubén es un camionero solitario que hace varias décadas recorre las rutas del país, entre ellas el trayecto Asunción-Buenos Aires. Pero el viaje que está por iniciar, trasladando tronco de acacias en el citado recorrido, será diferente.
Esa mañana la partida sufre un atraso en espera de una persona que su patrón le encomendó llevara a la capital argentina. Jacinta llega a la cita una hora más tarde, y viene con alguien, su hija de ocho meses (Anahí). Para Rubén no es el mejor comienzo.
Con el correr de los kilómetros la relación entre Rubén, Jacinta y Anahí crecerá. Lentamente, cada uno irá intuyendo al otro. Ninguno cuenta demasiado sobre su vida. Ninguno tampoco pregunta demasiado. Es un viaje de pocas palabras, pero no silencioso. Cuando están por llegar a destino, ambos tienen el mismo deseo: que el viaje no termine.
Germán De Silvia compone a Rubén, ese camionero (no tan rústico) que se va encariñando con la inusual pasajera, encarnada por la actriz paraguaya no profesional Hebe Duarte, quien viene con su beba viaja al encuentro de un empleo que le encontró una prima en Buenos Aires. Rubén siente que como consecuencia de este viaje algo puede cambiar su vida para siempre... o no... Esa es la cuestión a revelar.
Obra cálida, con buena dirección de actores, que más allá de una serie de observaciones a ser formuladas, tanto en lo narrativo como en lo técnico, deja un saldo prometedor para la carrera de Pablo Girgelli.