Entre ruinas
La arquitectura de una ciudad habla silenciosamente de ese espacio, más allá del esqueleto que conforma la geografía urbana, o de aquellas ideas de urbanización, que son el resultado de proyectos o sueños de distintos personajes con una visión de futuro o simbólica que desde las frías calles o edificios sin personalidad no se aprecia o percibe. La preservación de las reliquias arquitectónicas también refleja un discurso implícito sobre la idiosincrasia de sus habitantes, tanto los del pasado como los del presente. Es por eso que Las aspas del molino, documental del chileno Daniel Espinoza García, trasciende su objeto de investigación, que no es otro que la mítica confitería El Molino, abandonada desde el año 1997, en cuyo edificio se alojó Espinosa entre otros extranjeros, como parte de una solución a su problema habitacional.
El Molino, desde sus orígenes alberga la innovación arquitectónica y desde cada uno de sus rincones contiene gran parte de la cultura de una época, pues en sus años de gloria la literatura o las celebridades se daban cita en esa confitería y hasta se celebraban fiestas y bodas.
El paso del tiempo y la caída en bancarrota de sus dueños desembocó en el abandono del inmueble, ubicado en Callao y Rivadavia, esquina que hace un par de décadas reemplazó la mística de aquella nostalgia porteña por el caos vehicular o el fervor desmedido de protestas sociales de cara a reclamos que nada tienen que ver con las políticas de preservación del patrimonio histórico, siempre náufragas por proyectos sin sentido o vapuleadas por el cinismo de toda la clase política sin distinción de cuadros partidarios.
Lo cierto es que, si bien el documental del director chileno, que vino a Argentina en 2007 para estudiar cine, recoge el testimonio de sus pares y desnuda los contratiempos de todo extranjero al querer encontrar una vivienda para alquiler, se encarga de aportar una mirada desde afuera sobre un adentro que por el propio ombliguismo y pereza intelectual muchas veces se evade de reflexiones profundas, las cuales tienen sustento en las expresiones de la identidad, el escaso interés por lo histórico y esa agridulce sensación de nostalgia de una República en ruinas o que alguna vez fue otra cosa.