Terminaron las vacaciones de invierno y parecía que no nos íbamos a llevar nada bueno de esta tanda de películas infantiles y, de repente, llegan Las aventuras del Capitán Calzoncillos, un respiro de buenas ideas para que todos los espectadores podamos disfrutar.
George y Harold son dos amigos con mucha imaginación inmersos en una escuela que intenta por todos los medios minar el espíritu del alumnado. Es así que basándose en la figura del director, los amigos crean el máximo superhéroe: Capitán Calzoncillos. Pero el director está cansado de su actitud y planea separar a los amigos, los que emprenden una misión para lograr salvar su ahora endeble relación, llegando en medio de la casualidad a darle vida al héroe que idearon juntos.
Ya desde la secuencia de presentación se puede ver que la película no es la clásica película animada a la cual estamos acostumbrados. Desde el lenguaje hasta lo infantil de la animación marca un quiebre y genera el clima adecuado para que los adultos puedan disfrutar de la película igual que los chicos.
Lejos de las moralejas y la perfección formal a la que nos tiene acostumbrados el cine clásico de animación, Las aventuras del Capitán Calzoncillos es una gran película, plagada de buenas y novedosas ideas y muchos chistes ocurrentes. Desde la estética que cambia constantemente al ritmo vertiginoso con el que se desarrolla, el film es una cadena de situaciones impredecibles y desopilantes.
El guion logra exitosamente captar la forma de ver el mundo de un chico, una especie de mirada del estilo de Rugrats pero con niños más crecidos. Y lo mejor de todo es que el director no atraviesa a los personajes con ningún tipo de moralina, son niños y les permite desenvolverse como tales, no hay castigos, no hay aleccionamientos, sólo dos chicos y su imaginación desenfrenada.