Las aventuras del Capitán Calzoncillos, la película de animación basada en las historietas homónimas creadas por Dav Pilkey en 1997, ofrece un hilarante entretenimiento que escapa a ciertos convencionalismos y coloca a Jorge y Berto, dos amigos que pasan sus días entre bromas y comics, en el centro de la acción.
Los niños soportan los retos del Sr. Krupp, el malhumorado director del colegio (un hombre solitario) al que hipnotizan por accidente y lo convierten en el superhéroe del título que enfrentará a criminales y al nuevo maestro, un científico maldito dispuesto a emprender su venganza contra los alumnos.
Con trazos simples y un diseño visual que no es tan rico en detalles como en otras producciones del género, el relato pone el acento en los gags, en el tono autorreferencial y en el espíritu de la historieta original para lograr un producto frenético sobre la infancia, la penitencia y el poder terapéutico de la risa.
En ese sentido, la película da en el blanco con situaciones graciosas y una galería de personajes que funcionan dentro del colegio como una válvula de escape a una realidad deshumanizada. De este modo, desfilan la secretaria holgazana -con un gag que se extiende hasta el final- y la empleada que se enamora del director del establecimiento.
La casa del árbol y el ingreso al hogar “fantasma” sintetizan algunos tópicos de la niñez entre cámaras de seguridad, inventos extravagantes y alumnos revoltosos, en esta propuesta que se disfruta y que también arriesga con distintos estilos. Hasta el director David Soren y el guionista Nicholas Stoller -director y co-guionista de Los Muppets- se permiten la aparición de marionetas de peluche en esta divertida excursión por la infancia que tiene, claro, un gran enfrentamiento final como en toda película de superhéroes.