Siempre se vuelve al primer amor, reza la frase hecha acerca de los amores de juventud; y Alex de la Iglesia lo vive en carne propia con Las Brujas, título loal que omitió el “de Zagarramurdi” del original español, ¿Difícil de pronunciar?
Luego de pasos por el suspenso más tradicional en la anglosajona por encargo Los Crímenes de Oxford, el drama histórico de Balada triste de Trompeta, y la metafísica de La chispa de la vida (aún sin estrenarse en nuestro país), en su último opus, pega un nuevo volantazo, para regresar al estilo de sus primeros films, aquella Acción Mutante, El día de la Bestia, La Comunidad y por qué no, 800 Balas.
Una comedia de terror, plagada de referencias cinematográficas y a la cultura popular, totalmente descontrolada, y en donde no importan los mensajes o las moralejas. Eso sí, detrás de la diversión y el desenfado podemos también encontrar una lectura social actual muy interesante.
Todo comienza un día agitado como pocos, José (Hugo Silva) y Tony (Mario Casas) son estatuas humanas que, en realidad, planean realizar un golpe en una casa de empeño de joyas y oro. Elo atraco empieza mal y termina peor, una feroz persecución, tiros, muertes, y los dos antihéroes subiéndose a un taxi ocupado junto a Sergio (Gabriel Delgado) el hijo de José.
Estos tres personajes, más el ocupante original que solo quiere ir a Badajoz, y Manuel (Jaime Ordóñez) el taxista, emprenden fuga hacia la frontera con Francia, pero para llegar, antes deben cruzar el pueblo de Zugarramurdi. Mientras, los persiguen dos detectives (Pepon Nieto y Secun de la Rosa) y la neurótica Silvia (Macarena Gómez), la ex de José.
Ya en Zugarramurdi, y por medio de un desvío organizado, entrarán en la casa tres mujeres, abuela, madre y nieta (Terele Pávez, Carmen Maura y Carolina Bang, respectivamente), brujas... y ya no podrán salir, el aquelarre ha comenzado, y entre ellos está “el elegido”.
Con un ritmo irrefrenable (si bien decae un mínimo después de la espectacular secuencia inicial), mucha gracia, y nada de respeto por nada, de la Iglesia consigue una de las obras más personales de su carrera, principalmente porque todos sus guiños están ahí donde deben estar y dónde los fanáticos los quieren encontrar.
El español ha demostrado ser tambien un excelente director de actores y saber armar cast de lujos; Pávez, Maura y Bang vuelven a trabajar con él y ya se sienten como de la familia, es imposible imaginar a esas brujas con otros rostros. Lo mismo sucede con el trío de hombres Silva, Casas (del que logra una actuación muy convincente), y Sergio.
Todos estan en su timing justo, y si hay un desborde, este es deliberado. Hay algo de lucha de sexos, y una mirada rápida adivinaría un desmedro hacia la mujer, lo cual un análisis más profundo descarta. En realidad todo se encuentra en el marco de lo paródico, del desparpajo absoluto.
A esta altura todos deberían saber con qué cruzarse al adentrarse en el mundo de Alex de la Iglesia, no hay lugar para escandalizarse. Las Brujas ofrece al espectador eso, justamente lo que viene a buscar, y por eso estamos frente a una de las mejores comedias del año.