Desvergüenza y frescura
Comedia desprejuiciada y anárquica, con carmen maura en el pandemónium.
Qué divertido puede ser Alex de la Iglesia cuando se lo propone. Las primeras secuencias deLas brujas gozan de una frescura, una desvergüenza y desfachatez de la que es imposible mantenerse afuera. Si hasta ver acribillar a Bob Esponja en la Puerta del Sol es un deleite. Bob es una de varias estatuas vivientes que pululan por el centro aquelarreEva (carolina bang) sobre José (hugo Silva): de terror./alfa filmS de Madrid, en medio del robo a una casa de Compro oro que realizan Jesús -Cruz incluida y pintado de gris-, otro secuaz y hasta su pequeño hijo armado hasta los dientes. El asalto sale mal, la policía los persigue, y ahí es donde Esponja queda con más agujeros y balas de las que puede absorber. Alex de la Iglesia es así: desbocado. Y, como en sus mejores películas, Las brujasluce desprejuiciada, anárquica, atrapante e intensa. Pero como en sus últimas realizaciones, el director deLa comunidadnecesita un amigo (mejor, un productor) que, a tanto desenfreno e intemperancia no le ponga moderación -jamás, porque perdería su esencia-, pero sí lo oriente para que la película no termine tan despistada como por momentos apareceLas brujas. Cuando el vasco se lanza a la comedia, es decididamente disfrutable. De la Iglesia tiene una cuota de ironía que lleva en ADN imposible de modificar. José y Tony, dos desempleados, más el hijo del primero, se suben a un taxi cuyo pasajero despistado y el conductor participarán de la huida hacia Francia, que los hará pasar por un pueblo en Zugarramurdi, famoso por, en tiempos de la Inquisición, haber quemado mujeres acusadas de brujería. Hay algo de Tarantino en el viaje en taxi, con los hombres hablando de las mujeres, Para los que tildan -otra vez- de misógino a De la Iglesia: si los personajes masculinos hablan de las mujeres comobrujas (la ex de José responde al arquetipo), siempre queda claro que José -un excelente Hugo Silva-, Tony y Manuel son tres perfectos idiotas, inseguros y manipulables. Será cuando se crucen con las distintas generaciones (abuela -Terele Pávez-, madre -Carmen Maura- e hija -Carolina Bang, pareja del director-) de una familia de brujas donde, de a poco, el guión se empiece a poner más espeso. La sátira de El día de la bestia está aquí ampliada con nueva tecnología -aunque algunos efectos estén entre bizarros y berretas-, y cuando la energía se agota, el humor ya no es tan brillante y las alegorías pasan ante el rostro sorprendido del espectador. Párrafo aparte para los créditos iniciales, ilustrados con retratos de ciertamente otras brujas, entre las que se cuelan Margaret Thatcher y Angela Merkel. Hay que cuidar el mercado externo. w