Cada familia es un mundo
Las Buenas Intenciones (2019) es una comedia dramática nacional que constituye la ópera prima de Ana García Blaya. Protagonizada por Javier Drolas (Severina) y la debutante Amanda Minujín, el reparto se completa con Ezequiel Fontenla, Jazmín Stuart (Recreo), Carmela Minujín, Juan Minujín y Sebastián Arzeno. La película fue la única producción nacional seleccionada para participar en la categoría Nuevos Directores del Festival de Cine de San Sebastián. Además, la cinta tendrá su estreno mundial en la competencia Discovery del Festival Internacional de Toronto.
Buenos Aires, principios de los noventa. Amanda (Amanda Minujín) tiene 10 años, dos hermanos menores llamados Lala (Carmela Minujín) y Manu (Ezequiel Fontenla) y padres separados. Cuando su madre Ceci (Jazmín Stuart) propone mudarse a Asunción, Paraguay, con su novio Guille (Juan Minujín) y los chicos, a Amanda la vida le da un vuelco de 180 grados. Aunque su padre Gustavo (Javier Drolas) es desorganizado y llega tarde a todos lados, Amanda tomará la difícil decisión de quedarse junto a él.
A través de figuritas, partidos de fútbol y videos caseros, la primera película de Ana García Blaya transmite una nostalgia pura a la infancia y la vida de antaño, donde los precios eran otros, los actos escolares se grababan con una aparatosa filmadora y la música se escuchaba a través de cassette. Desde el vamos se nota que esta historia es súper personal para la directora y que está hecha con muchísimo corazón, con un equipo de trabajo al que le importa completamente lo que se quiere contar.
Con la música como un personaje más, la película es un retrato familiar que no se siente en ningún momento artificial, dándonos la sensación de que la trama tranquilamente podría ocurrir en la vida real. Para lograr esto los diálogos y actuaciones debían estar a la altura y por suerte aquí esos dos aspectos brillan. No solo las conversaciones entre los hermanos o entre padres e hijos tienen una naturalidad especial y única, sino que también el desempeño actoral sorprende. En especial por la dirección de los actores que son niños, siendo Amanda Minujín la que tiene mayor tiempo en pantalla.
Teniendo en cuenta que es su primer trabajo en cine, la hija de Juan Minujín logra transmitir un montón de emociones. Al tener a un padre inmaduro y que se la pasa de fiesta en fiesta, Amanda es la que toma el lugar de responsabilidad a la hora de cuidar a sus hermanos. Con los roles invertidos, la nena presenta un crecimiento interno adelantado para su edad, sin que eso opaque el amor que siente por su papá y viceversa. Porque lo que más resuena y se queda con uno después de ver Las Buenas Intenciones es eso: que cada familia es un mundo distinto donde se cometen errores, hay peleas y formas de educar distinto pero siempre el amor está primero.
Simple y muy humana, la ópera prima de Ana García Blaya refleja cómo es para los chicos el vivir con padres separados. Graciosa en varios momentos pero también muy emocional sobre el final, la película es una caricia al alma que genera ganas de ver más producciones de esta directora, la cual ya demuestra una gran capacidad para el manejo de los tópicos sensibles.