El peso de las decisiones y de las responsabilidades. Crítica de “Las Buenas Intenciones” de Ana García Blaya.InicioFestival Internacional de Cine de Mar del PlataEl peso de las decisiones y de las responsabilidades. Crítica de “Las Buenas Intenciones” de Ana García Blaya.
12 noviembre, 2019 Bruno Calabrese
Dentro de la Competencia Argentina del 34º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se estrenó la premiada ópera prima de Ana García Blaya. Una entrañable comedia dramática contada con mucho punkrock y corazón Por Bruno Calabrese.
La película sigue a la joven Amanda (Amanda Minujin), una niña de diez años que tiene una particular relación con su padre, Gustavo (Javier Drolas), un rockero treintianero, eterno adolescente, que pasa sus días tocando la guitarra, fumando porro y trabajando en una disquería con Néstor (Sebastián Arzeno). Amante de River y del fútbol, el eterno joven vive de manera despreocupada su vida, entre asados con amigos, piletas y Futbol de Primera los domingos por las noches.
Amanda es la mayor los tres hermanos, los otros dos, Lala (Carmela Minujín) y Ezequiel (Ezequiel Fontenla) quedan a cargo de ella cuando están con su padre, ya que es la que asume ese rol que su padre no cumple, pero que a ella no le pesa. Todo se complica cuando su madre (Jazmín Stuart) y su nueva pareja (Juan Minujín) deciden ir a vivirse a Paraguay por cuestiones laborales, lo que obliga a Amanda a tomar una difícil decisión para su futuro.
Javier Drolas es el protagonista principal, en el papel de ese eterno adolescente amante del rock. Tierno y querible, un “Cuqui” Silvani en el River de los 90 (no en vano, en un diálogo con su hija lo defiende): Un jugador que vagaba por la cancha de manera despreocupada, insultado por todos, pero que a la hora de hacer goles cumplía. Un poco como Gustavo, irresponsable y vago pero que cumple a la hora de dar amor por sus hijos.
La revelación actoral de Amanda Minujín es otro de los puntos altos. Junto a los hermanos muestran una profesionalidad y espontaneidad envidiable, pero es ella la que logra cargar con todo el peso dramático que la historia requiere. Sus gestos, sus diálogos llenos de madurez con su padre tienen un peso resonante y una naturalidad elogiable (la reacción de ella en el momento donde el padre le dice que se van a Paraguay con su madre es un momento hermoso dentro de la película).
Con cierto aire al clásico “Alta Fidelidad” de Stephen Frears y un cameo sorpresivo de un ícono del punkrock como Stuka, “Las Buenas Intenciones es una película reflexiva y adorable con mucho rockandroll, VHS y nostalgia noventosa,
Puntaje: 90/100.