Es una luminosa, querible, fresca y bien realizada opera prima de la directora Ana García Blaya que construye un film que despierta emociones genuinas. Es nada menos que una mirada hacia un padre, desordenado, poco afecto a los horarios y otros compromisos que tienen que ver con la crianza, como alimentación, costumbres, educación y varios etcéteras. Pero que es un hombre que a pesar de vivir los años 90 a full con una actitud tan relajada que asusta, es capaz de transmitir un enorme cariño hacia sus hijos que lo adoran. En la vida cotidiana esta la mama cumplidora, controladora, vuelta a casar, organizada, enojada con su ex, pero fría. Blaya cuenta su vida, usa las canciones de un grupo que armó su padre “Sorry” con hermosas temas, que forman la banda sonora y afectiva del film. Y a la acción jugada por muy buenos actores, se suman videos familiares que cortan el relato, sin alejarlo, pero que le dan un encanto único a todo lo que sucede en el film. El nudo dramático se plantea cuando la madre decide irse con su nuevo marido al exterior y la hija mayor decide quedarse con ese padre abandónico, y se tensa la acción. La protagonista es Amanda Minujin, que brilla en su primer protagónico, actúa junto a su hermana Carmela, y hasta con su padre Juan en una pequeña intervención. Los adultos: Inspiradísimo Javier Drolas, secundado por Sebastián Arzeno Ezequiel Fontenla, y la gran Jazmin Stuart. Entrañable y sincera, de visión obligatoria.