Casi un sainete, sin la gracia suficiente
Tiempo atrás, Maximiliano Pelosi había llamado la atención con dos documentales de temática homosexual: "Otro entre otros", sobre prejuicios dentro de la comunidad judía, y "Una familia gay", este último con fragmentos ficcionales, sobre los propios conflictos de quienes lucharon por el casamiento igualitario pero dudan ante la posibilidad de casarse. Ahora se prueba directamente en la ficción, con una comedia medianamente hetero, y medianamente lograda.
El lugar, un edificio de departamentos, lo que empieza a ser casi un subgénero entre nosotros. Protagonistas, dos hermanas jubiladas, autoconvocadas para ocuparse de las expensas, así de paso chusmean un poco a los vecinos. Bueno, decir "un poco" es un eufemismo. Una es viuda, y su hija quiere llevarlas a vivir con ella en Canadá. La otra sigue soltera, y está entre irse con la hermana o quedarse con el portero que le tira los galgos. Ambas se presentan como "las chicas del 3°". Los vecinos las llaman de modos menos amables.
Se trata de un gordo odioso de vida íntima desconocida (hasta que la conocemos y larga su discurso recriminatorio), una flaca amargada con su matrimonio, que busca despejarse marihuaneándose con el vecino joven (otro odioso vigilado por su hermana), una búlgara rubia, alta, que trabaja de noche, una profesora de piano cuya ocupación adivinamos antes que las chusmas, y un nene que a cada rato queda a cargo de la viuda porque la madre amargada quiere desamargarse o mandarse mudar. Todos estos personajes están caricaturizados de modo bastante básico, casi a modo de sainete pero sin suficiente gracia, ni ritmo, ni riqueza argumental. A señalar, la actuación de Lucrecia Capello, la resolución de un episodio con Emilia Paino, Carlos Kaspar y Mariano Bertolini, que confronta de paso los prejuicios de las hermanas contra la trabajadora nocturna que hace Ingrid Grundke, la música de Pablo Sala (que además aprovecha para meter una parodia de ciertos cantores románticos), los dibujos de presentación de Matías Donda. No mucho más, lo que es una lástima.