El objeto algo disperso que presenta Las Cinéphilas es una especie de ocasional cofradía de señoras que van al cine: mujeres mayores, solas, sin obligaciones, con tiempo libre. Este clan secreto de viejas se extiende por todo el mundo, la directora María Álvarez encuentra integrantes en Buenos Aires, Mar del Plata, Uruguay y España. Se arraciman en torno del cine con programas diferentes: una elige qué ver guiándose por el gusto (ya no le interesan Rossellini y Bergman), otra pasa el tiempo diseñando complicadas estrategias para aprovechar el Festival de Mar del Plata que harían pasar vergüenza a cualquier crítico profesional. La película demuestra un talento notable para extraer la gracia de sus entrevistadas, pero a pesar de todo en las imágenes se cuela un tenue aire lúgubre. Una escena muestra una sala superpoblada de ancianas: ¿es la vejez la que las empujar en masa a participar de ese ritual espectral? Tal vez sea que el cine nunca perdió su dosis de artefacto mortuorio, de fantasma que convoca insistentemente a los vivos.