Las cosas que se dicen no coinciden con las cosas que se hacen (Emmanuel Mouret, 2020). Mouret construye una película-novela que ilustra el arrebato que sufren los cuerpos porque están habitados por la palabra, esa dimensión extrañamente ambigua y certera. Porque el orden del lenguaje, a raíz de su carácter parasitario, nos llega siempre proveniente de un otro que es más que un igual. El amor y el deseo resultan ser esas infecciones necesarias que nos hacen humanos.
Todo nacimiento, desde este punto de vista, es prematuro. Estamos indefensos por mucho tiempo a los vaivenes de lo que quieren sobre nosotros. Estamos expuestos, somos sumamente frágiles (en comparación a cualquier otra especie animal) maduramos neurológicamente muy lentamente y sobre todo oímos, vemos, olemos, sentimos con la piel, besamos con labios que no son un órgano desarrollado para esa actividad sino que es un simple borde de piel y carne que goza sin que le enseñemos, acerca de una experiencia que va más allá de la satisfacción de permitir alimentarnos.