Daphné, embarazada y de vacaciones en una casa de campo, recibe como huésped a Maxime, primo de su pareja, de regreso en París. Durante cuatro jornadas, ambos se irán conociendo y desarrollando cierta amistad, complicidad y confianza, intercambiando sus respectivas experiencias amorosas. Este largometraje del talentoso Emmanuel Mourat viene a decirnos que ‘las cosas que decimos, hacemos y sentimos’ no siempre se corresponden entre sí. Paradojas de los vínculos o carencia de coherencia para sobrellevarlos. Ella estaba en una situación estable, conformando a los demás, porque el mundo afuera siempre opina…todo el mundo esperaba que ellos dos terminaran juntos. Mientras él, un completo desconocido, era incapaz de sentir emoción alguna. Esta delicia de obra es un fresco, por qué no una brillante disquisición, sobre las contradicciones entre el amor, el deseo y el sexo. En su centro argumental conviven varias micro historias que se entrelazan y complementan. Traición, amistad, compromiso, miedo, culpa, obstáculos y conflictos son variables examinadas bajo la lupa. ‘Estoy con alguien, no puedo. Eso no va conmigo’, dice ella. Puede que cambie de parecer. Pero el asunto se encamina al drama: Maxime mira a su primo y siente que debería ocupar ese lugar. Estar enamorado admite la crueldad, sembrando interrogantes: ¿qué hay de malo en que dos cuerpos se fundan y disfruten, sin más? Pero el corazón entregado en verdad es algo mucho más bello que lo momentáneo; un regalo y una concesión, que lleva un propósito. El director “Lady J” (2018) intenta descubrir una vez más las reglas por las que se rigen las relaciones amorosas, para luego ponerlas en dudas y, finalmente, reafirmar su esencia, con ironía, ternura e inteligencia. Esplendida película coral, múltiple nominada a los Premios César, es una opción a no dejar pasar.