Emmanuel Mouret arma un fresco sobre las relaciones de un grupo de individuos, que sin saberlo, están predeterminadas ya por el destino para ir y venir, para armar y desarmar, y en donde, aquello que se dice, en contraposición a lo que hacen, genera una irresistible empatía, motor válido y necesario para que el relato avance. Una especie del "cuento de la buena pipa" ad infinitum, o, en este caso, de dos horas, que propone para el espectador, una activa participación, y eso, es bienvenido.