Guarda con el bobero
Un grupo de infradotados se dedican a asaltar chicas por la calle a las que graban mientras las violan. Son forajidos que todo lo ejecutan mirando a través del visor de una videocámara, incluso la misión de la que se ocupará este filme. Los tipejos en cuestión deben encontrar un videocassette que está en poder de un sujeto al que, tras ingresar a su casa, encuentran muerto frente a varios televisores encendidos y pilas de videos desparramados por la habitación. Uno de los lúmpenes se pone a ver las cintas, que son en definitiva los cortos que comoponen esta producción.
Tanto la historia que sirve como hilo conductor, como las presentadas en los videos son una ofensa al terror y el suspenso. Ninguno de los directores es capaz de sostener una mínima tensión en cortos de no más de veinte minutos, así que mejor no imaginar lo que perpetrarían en un largo. Obvios, adolescentes, previsibles y carentes de originalidad, los cortos se vuelven, la mayoría de ellos, insoportables, tanto por el abuso en el estilo inaugurado por Blair Witch como por los efectos de videotape aplicados, especialmente en el sonido.
Pero lo peor es la insultante exposición de conductas sexuales aberrantes como vehículo para el divertimento, colaborando así al propósito de quienes desean acostumbrar a la audiencia a ver con normalidad lo que debería ser repudiado. Construir infradotados como los que muestra el filme, sin ir más lejos.