El registro del registro
El found footage, esa especie de subgénero del terror que también ha incursionado en otros géneros en los últimos años (Ej. el cine catástrofe), ha finalmente ingresado en la madurez. Si bien se puede indicar que sus inicios se encuentran en Holocausto caníbal, lo cierto es que en los últimos años ha cobrado un nuevo impulso gracias a la aparición de El proyecto Blair Witch a finales de la década del ´90. Desde ese entonces, han aparecido varias películas que manteniendo más o menos la misma premisa han logrado impactar en los espectadores gracias a la cotidianeidad del registro y a la habilidad para generar suspenso tratando de hacer invisible el guión (y ahí está su mayor artificio cuando se pone en evidencia). Bueno, pero parece que los años en que se utilizaba sólo el recurso se han acabado. Ya no sorprende, es necesario agregarle algo más. Para impactar, ha ingresado en un proceso de hibridación con otras formas narrativas, como es el caso de Sinister o ha caído en errores monumentales como en el caso de Actividad paranormal 4. Con V/H/S (o Las crónicas de miedo, como le han puesto acá) tenemos una novedad formal interesante que nunca termina de lograr la intensidad de otros films en la misma línea, dando como resultado un elemento curioso antes que sorprendente.
V/H/S abre con la historia de un grupo de acosadores que ingresan en una casa con la finalidad de rescatar una cinta, por la cual les darán mucho más dinero que por las que hacen abusando de mujeres. Esta historia es troncal y es el disparador para las otras historias que se van presentando: una vez que ingresan a la casa encuentran un panorama extraño y varias cintas de video junto a televisores encendidos, siendo necesario inspeccionarlas para saber cuál es la correcta. Como es de esperarse, ese es el pie para que veamos cómo transcurren los cortometrajes que aparecen en cada cinta. No me voy a detener en cada corto, pero hay un elemento que se repite y es lo poco que nos van a importar los personajes y lo esquemática que aparece la construcción del guión. Cada corto tiene sus climas pero apenas alcanzan a desarrollarlo: en el primero hay una cuota de sexo y humor involuntario, en el segundo se trata del suspenso que lleva al twist ending, el tercero tiene elementos del slasher, el cuarto se focaliza en el terror psicológico y el último se centra específicamente en lo paranormal.
Hay cortos de directores que están entre lo más promisorio del terror actual (como Ti West o Adam Wingard) y de directores jóvenes que hacen su debut o vienen de subgéneros completamente distintos (como en el caso de Joe Swanberg), pero esto no alcanza para levantar un film desparejo. Es así que el más redondo de los cortos es el de Radio Silence, que demuestra que con poco presupuesto se puede sorprender a pesar de contar con personajes chatos que nos van a importar más por lo accidentado de la situación que por la eventual valentía de sus actos. Al de Ti West le falta esencialmente tiempo para no quedar en lo anecdótico, el de Swanberg se torna confuso a pesar de dar unos buenos sustos y el de McQuaid, aquel que tiene rasgos slasher, falla nuevamente por los personajes al igual que el de Bruckner, donde el sexo y el humor se conjugan para dar un final decepcionante.
Por otro lado quedan algunas preguntas dando vueltas que tienen que ver con el desarrollo: ¿por qué era tan importante la cinta del corto que es el marco del film? o ¿cómo diablos, o por qué hay cintas en la casa? Si bien puede verse como un enigma “sin explicación”, lo cierto es que en el contexto de la película se necesita aunque sea una mínima pista. Sin embargo, el resultado final no termina siendo mediocre gracias a la cuota de personalidad de los cortos y una genuina búsqueda por explotar todas las variantes posibles del found footage. V/H/S demuestra que cuando es hecho con creatividad, cualquier subgénero puede pasar la mayoría de edad sin caer en el ridículo.