Videodrome
Las Crónicas del Miedo (V/H/S, 2012) es un film colectivo, de esos que agrupan directores e historias sin una vinculación directa, que utiliza un relato de plataforma para contar otras historias. La reciente Chillerama (2011), para citar un ejemplo, también funcionaba en ese estilo, utilizaba la última proyección en un autocine para bifurcarse hacía las historias que allí se veían. Un recurso utilizado bastante en el género de terror el de agrupar historias, Los Ojos del Gato (1985), Creepshow (1982) o la mítica Black Sabbath (1963) así lo ratifican. Las Crónicas del Miedo utiliza como relato-autopista, y disparador de las demás historias, a un grupo de jóvenes al que se les encarga ir buscar una cinta V.H.S. a una casa abandonada, cuando lleguen allí, no podrán evitar ver algunas de la inmensa cantidad de cintas de video que encuentran. Estos son los videos que nosotros como espectadores, observaremos. Una excusa sin demasiadas pretensiones para juntar una pila de found footage.
La primera historia es la de unos chicos que encajan en la visión estándar de jóvenes-descerebrados-de-fraternidad que salen a "conquistar" mujeres (si acaso es eso lo que intentan hacer). Uno reconoce a los personajes en pocas pinceladas y también los desprecia, el estallido sangriento con el que nos van a sorprender sirve para subir la adrenalina. Punto a favor. El segundo es dirigido por Ti West (Inkeepers, House of the Devil), el más experimentado del grupo de directores, y cuenta el viaje de una pareja en busca de recuperar la pasión olvidada. Corta con su cámara austera el ritmo que la película venía alimentando, brinda tensión pero para cuando llegamos al impacto del final (que presenta la suma de todos los miedos masculinos) el aburrimiento ya ocupó demasiado espacio.¿Punto en contra? La tercera es la de un grupo de amigos que van de campamento y se encuentran con un Jason Voorhees (Viernes 13) borroso e imparable. Floja, y a mi gusto, el punto más bajo de la película. Puro cuchillazo que funciona solo si uno es adicto al slasher. Punto en contra. La cuarta es una comunicación entre un hombre y una mujer a través de sus notebooks. Una de fantasmas con un interesante fuera de campo, gana en la sensación de desamparo que intenta (y logra) transmitir. Punto a favor. El último es la de uno grupo de chicos que llegan a la casa equivocada para una fiesta de disfraces, vertiginosa y de acertados efectos visuales, logra dejar una buena sensación final.
Obviamente el recurso utilizado en la película del found footage (metraje encontrado) ya no resulta para nada original, bastante agotados están nuestros ojos de ver videos borrosos, cámaras descontroladas y un minimalismo inconsistente como excusa para ahorrar presupuesto, la idea (que pocos logran) es la de asustar barato. En este caso la utilización del found footage es pertinente. Desde hace bastante el terror se utilizó para crear temor de ciertas libertades, en los tiempos modernos el dictado de moralidad dice que sexo y/o drogas = muerte. Hoy Las Crónicas del Miedo señala un tema vigente como es el de la intrusión en lo privado, aquí se castiga la trasgresión del espacio personal: un video intimo, irrumpir en una casa o filmar el cuerpo que no desea ser visto (o no debería ser mostrado). Estos excesos serán causantes de padecimiento o muerte, aquel que registre lo que desea mantenerse oculto no terminará de manera grata.
El otro tema interesante de la cinta es el lugar que se les otorga a la mujer y al hombre. Históricamente las culturas y religiones no dieron un papel demasiado positivo a la mujer, muchas veces acusándola de ser origen del mal o a ser permeables al mismo. Así tuvimos fantasmas, brujas y exorcismos para tirar al techo. Este tópico es central en el film, en todas sus historias la mujer será depositaria del mal o su personificación. Ojo, también le hace lugar al hombre moderno, arrogante, vacuo y vulgar, presentados (como mínimo) con escasa lucidez en sus actos, y finalmente, el film realiza un ácido acierto en la lectura del ilusorio amor web, y en la exposición de esos que se jactan de ser "buenos tipos" pero que resultan ser los más cínicos de todos.