Con todos los males del amateurismo
No hay mayor diferencia si el personaje de esta película es un travesti, un transexual, o una flaca alta sin gracia ni suerte ni voz seductora. Ante nuestros ojos es sólo una persona de veintipico que hizo la secundaria pero apenas vive al día como vendedora ambulante, y consiguió un tipo pero es casado, la ilusionó un poco y ahora ni aparece. En suma, una persona digna de lástima, que quizá pudiera ser también digna de aprecio si mostrara algún mérito, o expresara mejor sus sentimientos.
El problema es que no alcanza a mostrar casi nada. Hasta nos cuesta verla, porque la directora filmó todo con una Súper 8 que parece tener problemas de foco, y un blanco y negro ampliado que tampoco ayuda. Y encima nos cuesta seguirla, porque prácticamente no hay historia, apenas un puñado de situaciones inconducentes alternando con fragmentos de imagen experimental que a veces parecen sobrantes de algún rollo, cosas que otro director hubiera descartado. En verdad todo esto, entero, parece material de descarte, con unos ensayos de texto leído sobre la mesa, un tema musical repetido sin ajustes ni variaciones, y otros males propios del amateurismo.
La lástima se siente entonces por el tiempo perdido para el espectador, y por la ocasión perdida para las participantes, que con esta película habrían querido aportar al reclamo de "inclusión social y laboral para el colectivo trans", según declaraciones previas y cartel final.
Autora, Mercedes Aller, artista plástica. Protagonistas, Alma Catira Sánchez y Eleonora Paoletti, también coproductora. Se adivina a veces una callejuela de Retiro, entre las estaciones del San Martín y el Belgrano Norte a la hora de menor tránsito. Eso es todo.