Inglaterra y Escocia siempre vivieron en conflicto. Antes de la unificación de ambos reinados, a María Estuardo le pasaron las mil y una.
“Las Dos Reinas” (Mary Queen of Scots, 2018) tiene todos esos elementos que enamoran a la Academia de Hollywood a la hora de repartir sus premios. Sin embargo, el debut cinematográfico de la directora Josie Rourke, no pudo escapar de las típicas nominaciones a maquillaje y vestuario, dejando relegado lo más importante de la película, las actuaciones de sus dos protagonistas. Complicado, en un año donde los grandes personajes femeninos abundaron en la pantalla grande, olvidando este relato por completo.
Rourke y el guión de Beau Willimon -basado en la biografía “Queen of Scots: The True Life of Mary Stuart” de John Guy- deciden sacrificar cierta exactitud histórica (¿acaso no lo hacen casi todas las películas?) para narrar el turbulento reinado de María Estuardo (Saoirse Ronan) y la distante relación con su prima, la reina Elizabeth I de Inglaterra (Margot Robbie); dos mujeres que intentaron cambiar el panorama en una época y un mundo regidos por el mandato de los hombres. El poderío y la férrea actitud de Isabel la ayudaron a gobernar por 45 años, algo que no logró su rival, obligada a abdicar y sentenciada a muerte por traición y conspiración para asesinar a la soberana.
Todo arranca en 1561, cuando la joven y viuda Mary regresa a su Escocia natal para ocupar finalmente el trono que le corresponde por derecho. El linaje de los Estuardo le podría dar, incluso, la facultad de ocupar también la silla de Elizabeth -unificando los dos reinos-, que tampoco la tuvo muy fácil a la hora de la coronación. El problema es que María se crió en Francia bajo una fuerte doctrina católica, y ahora la isla británica se rige por los mandatos del protestantismo. El choque de religiones es lo que enciendo la llama, poniéndola en contra de los altos popes del clero que, en seguida, disparan la rebelión.
De repente, Mary tiene enemigos en su propia corte y en la de su prima, que no quiere meterse en la disputa, pero tampoco que le vengan a usurpar su territorio. Si Estuardo se casa y concibe un heredero, este tendrá más derechos a reclamar el trono que (la soltera y sin hijos) Elizabeth, algo que tampoco cae muy bien entre sus consejeros. Sí, las intrigas palaciegas, las traiciones, los intentos de asesinato y los quilombos de la corte no son exclusivos de ficciones como “Game of Thrones”. A la hora de la inspiración, los autores buscan en los libros de historia, plagados de relatos truculentos como el que le tocó vivir a la verdadera reina de Escocia.
Pensemos que estas mujeres, por herencia directa, tenían todo el derecho a reclamar el lugar de sus antecesores -Jacobo V en el caso de Mary, y su media hermana María I de Inglaterra para Isabel-, pero los hombres que las rodeaban no iban a permitir que el poder cayera en las manos de estas damas, que sólo debían casarse y tener hijos con la única finalidad de sentar a un rey en el trono. A la edad de veintiocho años, Elizabeth ya había decidido que este no iba a ser su destino, y en vez de entregarse al matrimonio y la maternidad, se convirtió en el “hombre” que su reinado necesitaba.
Mary, por su parte, quiso el paquete completo, pero tuvo que sufrir las consecuencias de un casamiento impulsivo con Lord Henry Darnley (Jack Lowden), las presiones constantes de la iglesia y al tedioso John Knox (David Tennant), rebeliones planeadas por su propio hermanastro (James McArdle), amenazas, secuestros y hasta violaciones por parte de su “gente de confianza”. Ningún cuento de hadas, pero Estuardo jamás se coloca en el papel de víctima y, aunque “Las Dos Reinas” intenta mostrar una buena relación con su prima, la realidad es que jamás la ve como una igual, la menosprecia (como muchos antes que ella), y da demasiado por sentadas su ayuda y protección a futuro.
Ninguna damisela en peligro
Sabemos que la cabeza de María termino rodando por el suelo de Fotheringhay y la película Rourke intenta contar apresuradamente cómo llegamos hasta ahí. El relato resume más de veinticinco años de historia en apenas un par de horas y, muchas veces, no queda tan claro este paso del tiempo en la apariencia de las dos mujeres, más allá de esa nominación al Oscar por Mejor Maquillaje. El juego de conflictos nunca llega a ser entre Mary y Elizabeth (en la vida real jamás se cruzaron), sino más bien entre Mary y los hombres que la rodean, quienes quieren destronarla a toda costa. Isabel termina siendo un agente externo que, guiada por sus consejeros, a veces está a su favor y a veces en su contra. Al final, es Isabel la que juega mejor, aunque es el crecido Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia -único hijo de Estuardo- el que termina unificando ambas coronas.
A Rourke tampoco le interesa el qué dirán a la hora del casting, sumando caras como la de Gemma Chan en el papel de Elizabeth Hardwick, amiga y confidente de la reina de Inglaterra; o Adrian Lester como el embajador inglés Lord Thomas Randolph. Claro que no había afrodescendientes o ciudadanos de origen oriental en las cortes británicas del siglo XVI, pero ese es un detalle que a la realizadora no le interesa, y prefiere ponerle el pecho a todos los reclamos de la policía de la “exactitud histórica”. Esto no deja de ser un relato ficcionalizado que potencia el drama de una relación “fraternal” que no fue tan así en la realidad. Por el contrario, intenta mostrar las dos caras de esta moneda que es la lucha femenina por el poder, con un pequeño manto de sororidad de por medio.
Los inglese siempre complicando todo
“Las Dos Reinas” no tiene el impacto de “Elizabeth” (1998), ni Ronan o Robbie la contundencia de Cate Blanchett. La película se hace un tanto tediosa por momentos, pero los discursos de estas soberanas a la hora de demostrar quien tiene los ovarios mejor puestos, bien valen este repaso por la historia de sus estados cuyos conflictos no terminaron ahí. Ver “Outlander” para más información.