HISTORIAS DE LA SALUD
Una foto no sólo congela un momento para volverlo inmortal sino que habilita, a través de la mirada y el recuerdo, la transmisión de dicha experiencia. En algunos casos, el contraste entre una imagen del pasado y una actual genera un shock; una sensación de asombro de la cual no se puede apartar la mirada.
Eso ocurre con las cuatro protagonistas de Las enfermeras de Evita cuando aparece en pantalla la proyección de una foto en blanco y negro y la misma mujer se contempla en el presente.
La película desarrolla las historias de vida de cuatro mujeres que estudiaron en la Escuela de enfermería de la Fundación Eva Perón. Cada una tuvo su primer contacto con la profesión de forma distinta: Lucy Rebelo realizó un curso de primeros auxilios mientras trabajaba para la empresa Phillips, María Luisa Fernández se enteró por los avisos publicados en los diarios, a Dolores Rodríguez la anotaron sus hermanas y María Eugenia Álvarez se sintió conmovida por la mirada de una nena mientras cuidaba a su hermana Rita cuando estaba internada en el hospital Rivadavia.
El realizador, Marcelo Goyeneche, reconstruye la época de la creación y desarrollo de la Escuela no sólo a partir de los testimonios de estas enfermeras sino también a través del uso de fotos personales, imágenes de archivo, noticieros, objetos (las pertenencias que se salvaron del fuego tras las persecuciones durante la dictadura de Lonardi y Aramburu), audios de la época (por ejemplo de la muerte de Evita o de la asunción y la renuncia de Ramón Carrillo como primer ministro de Salud Pública de Argentina) y del testimonio de la licenciada en Enfermería, Beatriz Morrone.
Pero, al mismo tiempo, el director pone en crisis la idea de documental a partir de la inserción de coreografías y canciones realizadas por estas “enfermeras de Evita” que, aunque en primera instancia puedan parecer extrañas le aportan un rasgo original al trabajo. Así se vale de este recurso para enfatizar ciertos hechos o momentos como, por ejemplo, la impotencia de las enfermeras cuando queman sus objetos personales.
Además, hay un tratamiento en paralelo del contexto político y económico del país (reforzado por las imágenes, videos y audios de archivo antes mencionados) así como también noticias internacionales, por ejemplo, el terremoto producido en Ecuador en 1949, donde Argentina prestó ayuda. También hace referencia a la cultura cuando incluye fragmentos de la película Dios se lo pague (1947), dirigida por Luis César Amadori y cita a otras ficciones de la época.
Sin embargo, Goyeneche se detiene en el aspecto social: por un lado, en el desarrollo y los avances de la salud pública y, por otro, en la importancia del papel de la mujer; rol realzado no sólo por los derechos conseguidos sino también, como dice uno de los testimonios, en la articulación entre enfermería y servicio social.
Así como se contrasta la foto en blanco y negro con la mujer actual, también podría conectarse el cierre definitivo de la Escuela, ocurrido en 1955, con la falta de reconocimiento social, en el presente, del oficio de enfermería. Para ello, se muestra una grabación donde varios trabajadores reclaman en la Plaza de los Dos Congresos por el prestigio de su trabajo y donde acuden las enfermeras en claro apoyo o también cuando se presentan en la facultad para transmitir sus experiencias y responder inquietudes de los estudiantes.
De esta manera, la construcción del discurso no sólo insta a cuestionamientos dentro de la sociedad para otorgar el valor correspondiente a la enfermería sino también se evidencia como un documento que intenta recrear una época en la convergencia de ficción y realidad.
Por Brenda Caletti
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