Gloria Grahame fue una actriz exitosa en los años ´40 y ´50, uno de los períodos dorados del cine de Hollywood. Incluso ganó el Oscar, en 1952, como mejor actriz secundaria por su labor en “Cautivos del mal”. Luego su carrera cinematográfica sufrió distintos vaivenes, declinó un poco, aunque siempre estuvo ligada al teatro, que fue su gran sostén y la mantuvo vigente.
El director Paul McGuigan nos acerca la historia particular de una actriz olvidada, pero que supo codearse de igual a igual con sus colegas más famosos y prestigiosos de la época.
El film abarca los últimos dos años de su vida, cuando en 1979 Gloria (Annette Bening) viaja a Liverpool contratada para actuar en una obra de teatro y conoce a un muchacho llamado Peter (Jamie Bell), mucho más joven, ella lo dobla en edad, pero eso no es un impedimento, pues se enamoran perdidamente.
Gloria es una mujer alegre, divertida, disfruta cada momento junto a su nuevo amor, hasta que la tragedia cerca a la pareja en 1981.
La película es cálida, intimista, tierna, dramática. No es una narración lineal, el realizador utiliza ingeniosamente muchos flashbacks, también hablan sobre los encuentros cotidianos que tenía la protagonista, con las grandes estrellas de cine. Ella no fue una de esas, aunque participó en importantes producciones, pero no se muestra deprimida por no ser tenida más en cuenta, siempre está activa y se contrapone a Peter, que también es un actor pero su carrera todavía no despegó, sólo consigue papeles secundarios en obras de teatro.
Ambientada perfectamente con los autos, taxis, vestuario, lenguaje, modismos y costumbres que se utilizaban en esos tiempos.
Tal vez el punto más criticable es el hecho de reiterar una secuencia objetiva de un momento importante del relato, cuando más tarde se muestra lo mismo, desde el punto de vista de Gloria, para darle al espectador todo explicado, innecesariamente porque no deja nada librado a la imaginación y al esfuerzo mental.
Para la protagonista, su carrera fue su vida. No le importaba cuidarse, aunque afectara su salud. Siempre fue y se sintió fuerte, hasta que necesitó de Peter y su familia para soportar el dolor, estoicamente.