Las estrellas de cine nunca mueren

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

ETERNIZAR LOS RITOS

El camarín de una estrella. Despliegue de maquillajes, perfumes, cremas, brochas, ruleros y dos objetos de gran valor como el collar con forma de corazón y una cigarrera grabada. Ella se mira en el espejo con bombillas de luz mientras esparce por su cara los diferentes productos y hace una serie de muecas y gesticulaciones para descontracturar la boca y las cuerdas vocales. Gloria mantiene el antiguo rito de un pasado exitoso pero fugaz; sin embargo, en plena preparación una punzada le recuerda el motivo por el que dejó de sentirse plena. Y ese dolor vuelve reforzado como última advertencia para conseguir aquello que más anhela.

La última película de Paul McGuigan, basada en una historia real, propone una oscilación constante entre los años 1979 y 1981 en Liverpool que construye el primer encuentro entre la ganadora del Oscar Gloria Grahame y el joven Peter Turner pues son vecinos, la consolidación de la pareja y la actualidad de ambos: ella olvidada y con una enfermedad en aumento; él con un papel en una obra teatral. Además, el director intercala el viaje a Estados Unidos, donde Peter conoce a la madre y hermana de Gloria.

A diferencia de numerosas películas, en Las estrellas de cine nunca mueren la diferencia de edad no es objeto de cuestionamiento entre ellos, en las familias o a nivel social; por el contrario, el vínculo se conforma de manera natural, sincera y de a poco. De hecho, los padres de Peter están encantados con Gloria no sólo por su calidad actoral, sino también como ser humano.

La forma en la que se plantea el lazo entre ambos tiene ciertas reminiscencias con Volver a empezar (Souvenir en su título original) de Bavo Defurne. En este caso, se trataba de una cantante de Eurovisión que quedó en el olvido por un concurso y trabaja en una fábrica alimenticia con una vida rutinaria y un joven que le encuentra un parecido a Laura, su nombre artístico. Ambos filmes exhiben a mujeres que supieron conquistar la fama por un período breve y que se redescubren gracias a la mirada de un hombre menor mediante un amor libre. También, las protagonistas guardan un secreto que las aisla y torna solitarias y los padres de los hombres son admiradores de las estrellas. Tal vez, en Las estrellas de cine nunca mueren el vínculo entre la familia del joven y la persona famosa es más amable, cariñoso e íntimo.

Más allá de la historia romántica, la película evoca la nostalgia de una época de esplendor de la industria cinematográfica y de la variedad de sus artistas. Un pequeño gesto para homenajear a una figura que dio que hablar durante las décadas del 40 y del 50, se coronó con el premio mayor y siguió trabajando en teatro, cine y televisión hasta el final. El cine reforzando su capacidad de perpetuar e inmortalizarse.

Por Brenda Caletti
@117Brenn