Qué poderoso que es el arte. En cualquiera de sus formas tiene la capacidad de inmortalizar a cualquier persona: sin ser escritor o escritora se puede ser homenajeado en las líneas de algún cuento; sin ser actor o actriz se puede ser homenajeado en alguna película. El libro y el film son huellas que permanecen en el mundo: nos sobreviven y permanecerán para siempre. “Las estrellas de cine nunca mueren” refleja muy bien esta idea, más allá de ser cercana a la biografía de Gloria Grahame, quien ganó el Oscar en 1952, haciendo hincapié en su relación con Peter Turner, quien escribió las memorias que sirvieron como base para este largometraje.
Paul McGuigan nos trae un producto entretenido. Si bien al inicio se utilizan transiciones algo curiosas para reflejar una retrospección, su dirección general es buena y se combina con una gran elección de música, tanto para ubicarla en el ambiente como para las escenas de baile. La estética se adecua perfectamente, como así también sus vestuarios.
La trama se desarrolla continuamente y no se estanca, aunque no le es fiel en su totalidad a los hechos. Eso, en una película con tintes biográficos, disminuye su calidad. Gloria Grahame (Annette Benning) se enamora de Peter Turner (Jamie Bell), un joven actor. Ella era una actriz consagrada que transitaba sus 54 años de vida, mientras que él, a sus 26, se iniciaba en el mundo artístico. La historia refleja la idolatría hacia Gloria Grahame por parte del público, fácilmente observable en la relación que entabla con Bella (Julie Walters), la mamá de su novio.
El análisis de los personajes, por desconocimiento casi total de las memorias de Peter Turner, se restringe. Igualmente, Annette Benning encarna de gran manera a Gloria Grahame, reflejando todas sus intenciones durante la película a través de los tonos de su voz o de sus gestos. Jamie Bell se pone en la piel de un Peter Turner que, en un principio, nunca supo la influencia de su novia y que, al darse cuenta, muestra una personalidad endeble.
“Las estrellas de cine nunca mueren” es una película que entretiene dentro de los límites de una biografía. Además, con referencias constante a leyendas del cine como Humphrey Bogart, le rinde homenaje a su título. Aunque, más que las estrellas de cine, los artistas nunca mueren.