Con el correr de los años, Hollywood, la Meca del Cine, ha ido amasando una cantidad rutilante de figuras que el tiránico tiempo se encarga de ir borrando de la memoria colectiva de los espectadores. Con suerte se puede aspirar a una estrella en el Paseo de la Fama y, con un designio del destino, abrumar a muchas generaciones y convertirse en un ícono para la posteridad. Marilyn Monroe posee ambas, pero a su sombra siempre estuvo Gloria Grahame, otrora una grande del cine noir en blanco y negro que, con la llegada de la imagen a color y una aplastante prominencia en los tabloides debido a su vida privada, abandonó el cine y se subió al bote del teatro. Film Stars Don’t Die in Liverpool se enfoca en los últimos años de la actriz y, gracias al inmenso carisma de Annette Bening y Jamie Bell, subsana los lugares comunes de una biopic para homenajear a una estrella perdida en el limbo.