“Las estrellas de cine nunca mueren” es una de esas películas que seguramente olvidaremos rápidamente, principalmente su título, por ejemplo, pero que permanecerá, de alguna manera, latente por el trabajo de alguno de sus protagonistas.
En el encuentro de una mujer madura y un joven, con el baile como marco, hay una posibilidad, además, de homenajear al cine. Annete Bening deslumbra como esa actriz que supo disfrutar de su lograda ubicación en la Industria, y que, desde el olvido, ahora intenta, al menos, ser feliz.