Las Facultades: hora de la verdad
Todos los que pasamos por una carrera universitaria sabemos lo que se siente. Es diferente a las pruebas en un colegio donde pareciera haber un grado más de libertad, y nuestra propia irresponsabilidad le quitaba (algo) de puja al asunto. Por más que hayamos estudiado mucho, por más que conozcamos el temario completo como la palma de nuestras manos, llega la hora de rendir un parcial y la cosa se pone difícil.
Más si es un examen oral. El papel pareciera darnos algo de impunidad. Pero estar ahí, cara a cara frente al profesor, haciendo uso de nuestra espontaneidad, exponiendo nuestros temores en vivo y directo, lleva a valernos de nuestra presencia para que además de conocimiento expresemos confianza, y por qué no, la existencia de un posible pánico escénico.
Un parcial/final oral, puede ser una experiencia traumatizante para cualquier alumno facultativo. Algunos lo llevan hasta el extremo de no pensar en un futuro ante la eventual posibilidad de “fallar”.
Sabiendo que el cine puede ser reflejo de muchas realidades, más si hablamos de cine documental, resulta una experiencia particular de la que se vale Eloísa Solaas para encarar su ópera prima Las Facultades.
Vos, yo, (una cámara) y un salón vacío; pensalo
Nadie puede negar la originalidad temática de Las facultades. Ahí cuando el género documental puede “repetirse” en denuncias sociales, homenajes a vidas particulares o sucesos extraordinarios, Eloísa Solaas opta por posar su mirada frente a un hecho puntual, casi rutinario, hasta naturalizado.
Un puñado de alumnos y un puñado de profesores. De algunos vemos cómo se preparan previamente estudiando, y a otros ya los vemos directamente frente al momento decisivo del examen.
Universidades públicas y privadas, de alto rango o de acceso más popular. Medicina, Derecho, Agronomía, Arquitectura, Filosofía, Cine, Música, entre otras. Diferentes facultades, diferentes carreras, y diferentes profesores ¿La reacción de los alumnos es ecuánime?
Una vez que asimilamos la temática de Las facultades podemos pensar que su premisa podría ser el disparador para múltiples planteos que vayan más allá de ese momento crucial de rendir un examen. Lo que habrá que ver es si Solaas focaliza en esta apertura de planteos.
La oferta es amplia. Hay alumnos más notoriamente preparados que otros, así como también profesores más abiertos que otros.
Las facultades va trazando un mosaico con diferentes muestras y ejemplos. Primero nos da un pantallazo general de cada uno, y ahí ya podremos ir viendo, o adivinando, el futuro de ellos, si aprobarán o no. Luego (en algunos) ahondará.
Hay una estudiante de botánica muy nerviosa, que ante el olvido de alguna/s palabra/s se desmorona como un castillo de naipes, y si bien la profesora tratará de ser comprensiva, cada vez se hunde más y más. Un alumno de anatomía que surfea diferentes preguntas frente a un profesor que parece buscarle su punto débil. Una alumna de historia del cine que viene a rendir libre luego de un par de años, y ya eso pareciera mal predisponer a un profesor algo absolutista.
Veremos a la conocida actriz María Alché, también alumna de filosofía, confiada, canchereando su conocimiento frente a un profesor con el que termina teniendo algo más parecido a un debate entre eruditos que un examen.
Pluralidad y puntualidad
Un poco de todo ¿Y mucho de nada? Entre otros ejemplos, hay dos testimonios que destacan, en los que Las facultades se pudo concentrar para haberse enriquecido como un contrapunto. Justamente los dos testimonios son sobre derecho, más precisamente derecho penal (aunque uno sería procesal penal).
Por un lado, un profesor muy sobrador, en rol estrella (consciente de la cámara), que examina un rol playing sobre un juicio penal en el que dos grupos de alumnos hacen las veces de defensa y fiscalía. Un detalle: el grupo de defensa son de tez morena, notoriamente humildes; y la fiscalía la integran chicos rubios, probablemente de mejor posición económico social. El profesor se pondrá puntilloso con la defensa hasta hacerlos entrar en nervios y casi ridiculizarlos; y será más laxo y amable con los fiscales.
Por otra parte, una profesora toma examen a un alumno que estudia derecho en una cárcel y está a punto de obtener su libertad. Entre los dos arman un diálogo social muy potente y humano sobre la situación carcelaria y la posibilidad de cambiar el sistema. No se sabe quién es el profesor y quién el alumno, los roles se desdibujan porque el alumno le aporta la experiencia y la profesora está dispuesta a intercambiar con él de igual a igual.
Cada vez que Las facultades se centra en estos dos casos, la experiencia crece y enriquece en detalles. Por el resto, nunca termina de explotar o focalizar lo suficiente como para lograr trascendencia.
La cámara es más bien estática, apenas si captura algunos gestos, siempre atenta al alumno (hay profesores a los que ni los vemos). Salvo algunos momentos en los pasillos (para mostrar las banderas de centro de estudiantes, pero sin decir nada puntual al respecto) o de preparación previa (Alché ya la cancherea desde antes de entrar al salón), lo que se ve es un foco puesto en esa intimidad alumno y profesor.
Pensemos algo, si la idea es mostrar la tensión a la que es expuesto el alumno, ¿la presencia de una cámara y la consciencia de que su posible momento de trastabilleo o frustración será expuesto frente a miles de espectadores, no lo pone más nervioso? Curiosamente, por esa no presencia física de casi todos los profesores, pareciera cuidarlos más.
Se nota también cierta manipulación en Solaas a la hora de elegir qué mostrar y qué no, qué momentos del examen presentar, y cuál dejar fuera de cámara.
Un examen de piano aportará solo a modo de música incidental.
Las facultades parte de una idea original y promete más de lo que termina entregando. Su premisa de una situación por la que muchos de nosotros pasamos, podía servir para hablar de las presiones sociales, de la exigencia universitaria y la posterior aplicación práctica, de las diferencias en escalas sociales, de la competencia entre alumnos, hasta para tratar cuestiones de género, entre otros puntos. Lamentablemente, salvo en algunos casos (no estoy tan seguro que lo conseguido con el rol playing haya sido buscado), termina siendo una propuesta más superficial que lo esperado.