En su debut como directora, Eloísa Solaas elige la instancia del examen como punto central de su registro; la preparación, la espera y el examen en sí constituyen las etapas que filma; los estudiantes son muchos y las disciplinas también: Filosofía, Derecho, Medicina, Agronomía, Cine, Sociología, Música, entre otras. Como la institución elegida es la universidad pública (UBA y UNSAM), la composición etaria y social del alumnado es diversa. Un microcosmos se despliega amablemente frente a cámara, de tal modo que se puede constatar la especificidad de los lenguajes y la innegable asimetría entre quien mide un saber y quien tiene que demostrar un aprendizaje, un retrato microscópico sobre el poder en relación al saber.