Las horas más oscuras (“Darkest Hour”) es un drama biográfico sobre un momento crucial: la asunción de Winston Churchill como primer ministro británico durante la segunda guerra mundial mientras la Alemania nazi ostentaba la supremacía territorial en Europa.
Joe Wright es un director que supo exponer su visión sobre épocas pasadas, como ejemplos exponenciales Orgullo y prejuicio (Pride and prejudice, 2005) y Expiación, deseo y pecado (Atonement, 2007). Esta vez vuelve al ruedo y pone el punto de mira en una sociedad inglesa con falta de esperanzas, con la necesidad de tener a alguien en quien creer, como si de una especie de salvador se tratase. Y ahí aparece Winston Churchill, como figura asediada, amada y odiada.
Las horas más oscuras, al ser una película que atraviesa tiempos históricos y documentados, su mirada es sumamente importante y este “intra-conflicto bélico” no tendría la misma fuerza de no ser por su enfoque en ese interesante personaje con aristas de excentricidad. Gary Oldman le da vida a Las horas más oscuras personificando a un Churchill por momentos teatral, todo lo que ocurre acá es necesario y a nivel narrativo es interesante, pero es el actor británico quien se carga el film en los hombros así como se gana a la multitud en el parlamento inglés con un discurso demoledor. La labor de Oldman es loable –entre otras transformaciones vale recordar su Sid Vicious (Sid and Nancy, 1986)- y si bien ya estuvo en la lista de nominados al Oscar puede tener su noche dorada en la próxima gala.
Las horas más oscuras es el retrato de una europa desanimada que supo fundar sus bases en medio del caos y no funcionaría sin un Chuchill tan vivaz, elocuente y “british”.
“No tengo nada que ofrecer más que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” Winston Churchill