Líder carismático se busca
Gary Oldman es el imán de la película candidata al Oscar, interpretando al Primer ministro Winston Churchill.
Si siempre resulta atractiva la reconstrucción de algún hecho histórico en el cine, también depende del grado de verosimilitud y de la mirada que tenga el realizador. Las horas más oscuras no trata sobre heroísmos, y si bien tiene el mismo trasfondo que Dunkerque, en una y otra película -ambas compiten el 4 de marzo por el Oscar al mejor filme- hay gente británica en puestos de poder- que tiene miedo.
Mushísimo miedo.
La película de Joe Wright -el de Orgullo y prejuicio- transcurre en mayo de 1940, narra cómo Winston Churchill asume como Primer Ministro de Gran Bretaña en lugar del desprestigiado conservador Neville Chamberlain. La época no es fácil. Hitler invade Bélgica, Francia está a punto de caer bajo el dominio nazi y los británicos van a tener que apelar a algo más que la flema ante la posibilidad de una invasión alemana.
Ya en el poder, pero mirado con recelo por miembros de su propio partido, un ya anciano Churchill se enterará de los 300.000 soldados que esperan en Dunkerque, la ciudad costera al norte de Francia, para ser evacuados, ante la superioridad germana. Churchill se juega más que el lugar de poder que tanto anhelaba “desde que estaba en la guardería”. “No es un regalo, es una venganza”, dice, con su sarcasmo habitual, cuando lo eligen líder en tiempos de guerra.
De modales bruscos, sin temor a desagradar, Wright lo muestra decidido, pero también temeroso. Valiente y cabezadura, lo pinta en acciones que tienden más a la empatía con el espectador. Churchill dice que nunca tomó un autobús, ni salió a la calle comprar el pan, nunca abandona su habano, arrodilla su pesado cuerpo para buscar a un gato debajo de la cama -está casado, pero duerme solo- y hasta ofrece un pañuelo a su secretaria cuando ella llora por la gravedad de la carta que acaba de dictarle el Primer ministro.
En el medio están las internas políticas y un tentativo acuerdo de paz con Hitler, con Mussolini como mediador, cuando parece que la derrota podría ser definitiva. ¿Dunkerque? No se ve;sí a los soldados en Calais. Dunkerque queda toda para Christopher Nolan.
Gary Oldman está en el 99% de las tomas, lo cual quiere decir que está presente hasta cuando no se lo ve y se habla de su personaje. El actor debe pesar el doble que en El perfecto asesino, otra de sus labores laudatorias. La composición es casi perfecta y el Oscar lo tiene esta vez al alcance de la mano.
Wright se pone por momentos más patriótico que Spielberg en The Post, lo cual ya es decir demasiado. La película está bien, obviamente ensalzada con la candidatura al Oscar, empujada por los miembros de la Academia de Hollywood que siempre, año tras año, apoyan las realizaciones británicas cuasi de qualité o con interés histórico como Las horas más oscuras, que tiene en Gary Oldman su principal imán.