El retorno del costumbrismo
Cuando el costumbrismo en el cine argentino parecía haberse ido para no volver, el director de Buenos Aires 100 kilómetros (2004) y La vieja de atrás (2010) recupera este formato en el cual el mate, los modismos en el habla y las confusiones, están a la orden del día.
La misma premisa de Las Ineses (2016) surge de un enredo: en 1985 dos bebas recién nacidas, una rubia y otra morocha, son cambiadas al nacer por sus familias, generando más de una situación cómica al respecto. Ambas familias vecinas y de apellido García, los rubios Pedro (Luciano Cáceres) y Carmen (Brenda Gandini), y los morochos Ramón (el brasilero André Ramiro) y Rosa (Valentina Bassi), están hartos de ser confundidos en el barrio e interpretan el color de piel “no esperado” de sus hijas como un error del personal del hospital. Por eso, ante la angustia post parto no dudan en trucar a las recién nacidas. Los hechos se precipitan entre enredos tragicómicos y prejuicios familiares.
Esta coproducción entre Argentina y Brasil cuenta con varios rostros habituales de la televisión en su reparto, asociados a este género de mayor éxito en la pantalla chica que en el cine, siendo emblemático el caso de María Leal, eterna mujer bondadosa y familiera desde la recordada tira Grande Pa, repitiendo rol en el papel de la abuela de tez blanca.
El director Pablo José Meza retoma un cine anclado en los vínculos, con acento en las asperezas que surgen de la fusión de personajes arquetipos. Tanto en sus anteriores películas como en Las Ineses, el humor surge de momentos incómodos desplegados en rutinas “cotidianas”. Los conflictos no surgen, sino que se presentan casi por azar acrecentando la fricción entre las personas.
En su tercera película (la más cómica de todas) el realizador tiene dos puntos a su favor: por un lado, su corta duración –apenas 70 minutos- que hacen fluida y breve a la jocosa trama, por el otro, su intención de sostener el humor en todo momento para eludir golpes bajos que bien podrían desprenderse de las situaciones trágicas, tan cliché en el género costumbrista.
Sin embargo, el resultado final deja sabor a poco, en una película que deambula entre varias circunstancias simpáticas pero que toma el tema de la identidad, los prejuicios, el machismo, los silencios, o la religión superficialmente, para centrarse en la comedia pasatista sin reflexionar sobre aquello que narra.