Pueblo chico, infierno grande
El director y guionista Pablo José Meza apuesta, una vez más, a llevar a la pantalla grande los secretos ocultos en los pueblos del interior de Argentina. Sin duda, esta temática con que debutó y brilló en su primer largometraje en coproducción con Francia (Buenos Aires 100 Kilómetros, 2004) lo inspiró a llevar adelante Las Ineses (2016). En ambas películas, la trama gira en torno a descifrar la psicología de los vínculos humanos; en aquella oportunidad, entre adolescentes, y aquí, entre adultos que, a raíz de sus prejuicios, se comportan como niños.
Su tercer trabajo, Las Ineses, es una comedia blanca que cuenta la historia de dos bebas que se apellidan García y, según sus padres, fueron cambiadas, erróneamente, el día de su nacimiento en el hospital. Así comienza esta increíble historia protagonizada por un elenco de primera que tiene como figuras centrales a María Leal, Brenda Gandini y Luciano Cáceres, cuya actuación se destaca porque sale del estereotipo del trillado villano para el que lo convocan directores como Daniel Capasoro (100 Años de Perdón, 2016). Aquí se ve Cáceres atípico, renovado y fresco, que incursiona impecablemente en el protagónico de un Pedro bondadoso e ingenuo.
El film transcurre en 1985, cuando aún no era habitué realizar pruebas de ADN para determinar la paternidad de un niño; la llave para entender los códigos presentes en la trama la marca el pulso de la artística de las escenas. Allí se exhibe la combinación perfecta entre montaje, arte y vestuario, que permite recrear aquel entrañable cine argentino costumbrista, cuya locación era un pueblito lejano de Buenos Aires quedado en el tiempo. Comprender esto resulta crucial para poder reír con las situaciones tragicómicas que empapan al guión y dan vida a sus personajes. Es a través de este recurso, en conjunto con los modismos de sus personajes y la musicalización del film –crédito aparte para Jader Cardoso y Leo Henkin-, que el director logra eficazmente sumergir al espectador en esta premisa peculiar, donde dos familias aseguran, post-parto, al ver la tez de sus niñas que no les pertenecen: “Ésta beba es Morochita, y si usted se fija doctora, todas mis otras nietas son rubias como sus padres”, exclama, aterrada, la abuela Dominga (María Leal), mientras señala a su hija Carmen (Brenda Gandini) y su yermo Pedro (Luciano Cáceres). Entretanto, se escuchan los gritos desconsolados provenientes de la sala de parto de al lado, donde daban a luz sus vecinos, brasileros, los García. El negro Ramón (André Ramiro) acusa de infiel a su mujer, Rosa (Valentina Bassi), al ver que su niña era rubia y de ojos claros.
A grandes rasgos, el guión avanza unidireccionalmente: busca resolver esta supuesta confusión de origen bajo el lema principal “La familia no se elige. O si…”. En este sentido, su corta duración (apenas 70 minutos) resulta acorde, y la trama funciona hasta que las niñas -interpretadas por las debutantes Fiona Pereira y Brisa Medina- van creciendo. Pero pasan los minutos y el eje pareciera no llegar a encausarse. Mientras las pequeñas se hacen amigas inseparables, sus familias atraviesan un híbrido de situaciones y peripecias que no se terminan de resolver. En conclusión, Las Ineses, abre demasiados frentes que no consigue cerrar en su plenitud y deja con ganas de ver una segunda parte ¿Estrategia de marketing? Tal vez.