En principio, hay que hacer la aclaración de que no se trata de la película de terror Los inocentes estrenada a mediados de este año en Argentina. Ésta es dirigida por varios, entre ellos Carlos Alonso-Ojea y es española.
Uno se pregunta al salir de la función que moviliza a Mathilde (Lou de Lâage) a ayudar a las monjas del convento en su viacrucis. Por encima de la humanidad que ella demuestra con su ayuda, está arriesgando su vida con soldados a quienes les interesa humillar a las mujeres, o al menos a la mayoría de ellas. Su ayuda, también, puede justificarse con el acuerdo que jura todo médico de ayudar a quienes lo necesiten, pero en el caso de ella ya está comprometida con la Cruz Roja.
Sea como sea, la historia se guía por esta humanidad que contrasta con la fe de las hermanas del convento. Tanto la humanidad de Mathilde como la fe de las hermanas se empecina en seguir adelante, en compensarse y resolver la situación de la mejor manera posible. El obstáculo, en este caso, es la Madre Abesse, interpretada con detalle por Agata Kulesza, quien actuó en Ida (Pawel Pawlikowski), ganadora del Óscar 2013 por Mejor Película Extranjera. No cede ante sus propias condiciones y las que les impusieron a las hermanas.
De esta manera, la música despierta impresiones duraderas por la presencia de un coro en la banda sonora que acentúa la grandilocuencia del drama y destaca los momentos más íntimos. Así, la música de Grégoire Hetzel le imprime un carácter trascendental a la catarsis por la que pasamos con las hermanas.
Así, fe y humanidad, caras de una misma moneda, son motores de la historia que permiten entrever cómo actuamos en situaciones de crisis desde estos dos lugares. Mathilde busca las maneras de que cada mujer se sienta cómoda y que conozca a su bebé como debería ser, mientras que la Madre Abesse se va resignando poco a poco a que Mathilde actúe según cómo se ha formado. Pero esta dinámica no se plantea como una lucha, sino como dos maneras de ver la vida y de interactuar.
Por otro lado, la debilidad de la película reside en el final que se dilata en un bienestar por parte de las hermanas con una escena en cámara lenta, en donde la misma resulta innecesaria considerando que ya hemos tenido tal sensación con la carta que lee Mathilde.