Mathilde Beaulieu (Lou de Laâge) es una médica francesa que llega hasta Polonia, como parte de una misión de la Cruz Roja, para atender a los últimos heridos de la Segunda Guerra Mundial. Un día acude hasta ella una monja que, quebrando las reglas de obediencia, se escapa del convento para pedir ayuda. Cuando ambas arriban al lugar, el panorama que se encuentra es bastante oscuro: un grupo de monjas embarazadas por el Ejército Rojo, solas, a punto de dar a luz.
Nadie más que Mathilde sabe lo que ocurre, y están decididas a que así sea. El inconveniente es que la joven médica no da a basto, hay una barrera idiomática de por medio y, encima, las mujeres se encuentran reacias a que cualquier persona las revise. Sus cuerpos aparecen convertidos en un motivo de vergüenza, un padecimiento, algo de lo cual sienten culpa por tener y por haber incumplido el voto de castidad -incluso contra su voluntad.
Mientras las calles de Polonia se llenan de huérfanos de guerra que juegan en las calles y hacen travesuras, las monjas dan a luz y luego entregan los recién nacidos a quien se encarga, supuestamente, de hacérselos llegar a alguno de sus familiares.