El tono descreído anestesia la fuerza de una historia real
La directora francesa Anne Fontaine narra de modo distante la historia real de los abusos cometidos en 1945 por la soldadesca rusa en un convento polaco y sus angustiantes consecuencias.
A la directora Anne Fontaine le gusta probarse en campos variados. Cada película suya es distinta a la anterior. Así, al biopic "Cocó antes de Chanel", le siguieron "Mi peor pesadilla", la escabrosa "Madres perfectas", y la encantadora "Gema Bovary", aquí rebautizada "El placer de estar contigo". Cada una tiene, además, un toquecito personal destinado a pervertir levemente el género asumido. Ahora, por ejemplo, ha hecho una pieza de tono solemne y ambiente religioso, en el más rancio y descreído estilo francés.
En este caso, el estilo anestesia la fuerza tremenda de la historia, que es muy interesante. Polonia, 1945. Alemania ha caído, la Unión Soviética domina, un cuerpo de la Cruz Roja francesa va recuperando a los galos perdidos en esas tierras, para repatriarlos, una monja benedictina polaca le pide a una doctora francesa que la acompañe al convento. Allí, víctimas de la soldadesca rusa, hay siete monjas embarazadas.
Cosas así pasan en todas las guerras. Cuando fue la de los Balcanes, Juan Pablo II alentó a las pobres víctimas para que tuvieran sus hijos sin menoscabo alguno, como corresponde. Pero décadas atrás, la gente pensaba distinto. De saber lo que pasaba, los polacos las hubieran despreciado. Ellas mismas se sentían en culpa. El relato les hace decir sus distintos grados de angustia, duda, vergüenza o resignación. Será la médica francesa, bonita, atea y socialista, quien les proporcione la luz final, y la alegría. La acompaña un médico judío.
Así es la película. Que cumple con el estilo propuesto y el público al que va destinada, el de la religión atea que hoy se impone. Pero, como suele pasar, la realidad es aún más interesante. La historia se basa en los apuntes de la doctora católica Madeleine Pauliac, miembro de la Resistencia que después de la guerra condujo una división de la Cruz Roja en Polonia, ayudó con sus enfermeras y con un cura a las monjas, y murió tres meses después en un accidente en la ruta. Su sobrino Philippe Maynial escribió su biografía. Cometió el error de vender los derechos, y esto es lo que vemos.