All inclusive.
Las Insoladas (2014), la última película de Gustavo Taretto (Medianeras, 2011), se sitúa a mediados de los años noventa, un 30 de diciembre en una terraza en el centro de Buenos Aires, para ofrecer una visión costumbrista de la clase media porteña bajo el neoliberalismo. Durante todo un día seis mujeres se proponen consagrarse al ritual de tomar sol con el fin de broncearse para un concurso de fin de año de baile de salsa que otorga cinco mil pesos de premio. Mientras toman sol cada una le expone su personalidad al resto generando una sinergia colectiva que desemboca en la búsqueda de una meta para proyectar sus vidas hacia el futuro.
Con toques de sarcasmo, Taretto describe la idiosincrasia y las fantasías de un grupo de jóvenes mujeres estancadas que sueñan con viajar a Cuba, tierra lejana y desconocida para la clase media apolítica de los noventa, recientemente abierta al turismo tras la apremiante crisis sufrida debido a la caída de las alianzas del bloque soviético. Las actuaciones de Carla Peterson, Luisana Lopilato, Marina Bellati, Maricel Álvarez, Elisa Carricajo y Violeta Urtizberea son correctas y en general las actrices buscan adaptar el guión de Gabriela García y Gustavo Taretto a sus propias personalidades. El resultado es ligeramente forzado pero agradable e incluso divertido.
El mayor acierto de la película es la fotografía, que retrata a la ciudad como organismo viviente que renace cada día a través de los rayos solares y su energía. De esta manera, la terraza y todo lo que la rodea se convierte en algo más que un escenario para construir una visión filosóficamente panteísta de la existencia, plasmada principalmente en los ocurrentes diálogos “new age” de Carricajo.
La película se traza la meta pequeña de recrear una situación cotidiana en un ambiente cerrado para lograr un recuerdo ameno pero sardónico sobre el menemismo. Sin destacarse demasiado, Las Insoladas es una obra leve que busca comprender y analizar tímidamente las consecuencias culturales y sociales positivas y negativas de las políticas económicas neoliberales en la Argentina, aunque sin indagar en las causas y los corolarios de fondo. El resultado es ambiguo y deja una sensación de oportunidad perdida en lo que respecta a generar una verdadera visión de la clase media argentina y sus absurdas esperanzas de vivir el sueño del primer mundo, y en este caso, de disfrutar de los restos del segundo en su versión acordonada “all inclusive”.