Aparte de un par de intentos dispersos entre tantos estrenos animados anuales, es raro que una empresa más bien pequeña lance películas de este estilo en Argentina. Hay pocas productoras con suficiente presupuesto para realizar filmes como los de Pixar, DreamWorks y la más reciente Laika. Igualmente, aunque cuenten con el dinero necesario para llevarla a cabo, también conviene tener un equipo con buen criterio y buenas ideas. En Las Locuras de Robinson Crusoe son estos los ingredientes que no lograron completar bien el trabajo de los animadores de la productora belga nWave Pictures.
Luego de un largo viaje, una tormenta se cruzó con La Luna, el barco en el que navegaba Robinson Crusoe (Gabriel Gama). El resultado de este encuentro fue terrible para el navío, que se destruyó muy cerca de una pequeña isla tropical. Acompañado por el perico Martes (Carlos Díaz) y el resto de los animales de la isla, Crusoe decide construir un refugio utilizando los restos del barco. Lo que no sabe es que un par de gatos perversos que viajaban con él en La Luna también sobrevivieron y quieren comerse a todos sus nuevos amigos.
La dirección de Las Locuras de Robinson Crusoe estuvo en manos de Vincent Kesteloot y el belga Ben Stassen. El guión estuvo a cargo de Domonic Paris, y los tres juntos ocuparon estos mismos roles en Sammy 2: El Gran Escape (2012). Los mexicanos Gabriel Gama y Carlos Díaz prestan su voz para los personajes principales y su trabajo es más que excelente. El arte del doblaje en México cada vez avanza más.
Robinson Crusoe es uno de los personajes clásicos que todas las generaciones recuerdan con cariño. Su aventura original, escrita en 1719 por el inglés Daniel Defoe, no es exactamente infantil, y una adaptación fiel sería terrible para los espectadores más chicos. El enfoque que se le dio en esta versión, a pesar de ser más apropiado para ellos, tiene algunos momentos siniestros y tristes que tiñen de gris a toda la película. Su humor es soso, muy apoyado en el slapstick y lo más físico, pero no alcanza para tapar aquellas partes más oscuras. A pesar de la buena intención, Las Locuras de Robinson Crusoe no es tan graciosa como para que los niños la recuerden, ni tan ingeniosa como para que los adultos la disfruten. Un nuevo buen intento que tal vez lleve a su productora a crecer en calidad y comedia.