Es difícil ingresar en el selecto grupo de los grandes de la animación. Entiendo perfectamente que los estudios independietes, tienen la tarea complicada para hacer frente a la cantidad de recursos de las majors del sistema. Lo saludable, siempre lo he dicho, es que sigan intentando superarse y ofrecer buenos productos.
Hoy la cartelera se renueva con "Las locuras de Robinson Crusoe", corpoducción franco-belga que intenta terciar en este competitivo universo de films para el público menudo.
Detrás de las cámaras un dúo con experiencia , Vincent Kesteloot y el belga Ben Stassen. El guión estuvo a cargo de Domonic Paris, y hay que recordar que los tres ya vienen trabajando juntos desde la última entrega de "Sammy"... Lo cierto es que el perfil de esta tripulación nos hablaba a priori de cierto apego por la calidad visual por sobre el ritmo y color de la narrativa.
"The wild life" presenta entonces el escenario base de la historia que todos conocemos. Inspirada libremente en aquella novela clásica del inglés Daniel Defoe (que tiene sus añitos, claro), hay un naufragio, y una estadía en una isla exótica, donde el único sobreviviente humano (aquí hay un canino que lo acompaña), deberá modificar ese escenario para hacerlo un lugar donde pueda habitar y desarrollarse.
Robinson desembarcará con los restos de la nave y le llevará un tiempito hacerse amigo de los animalitos locales, quienes lo miran, bastante asustados al principio, con admiración, luego. Pero como ya todos suponen, terminarán amigos y generando una linda asociación para poder vivir más cómodos en su isla.
Tendrán un par de problemas. Pero les anticipo, nada demasiado grave. Y quizás ese sea el costado más débil del film. Si bien "Las locuras..." ofrecen mucha animación de la buena, en cuanto a lo que entrega desde lo técnico, lo cierto es que no sucede mucho y nada es divertido. Hay gags físicos y un par de escenas con mucho despliegue aéreo pero no demasiado. Aquí no hay grandes rivales que amenacen su mundo y las escaramuzas de sus enemigos (que no anticiparé aquí) inspiran más ternuras que emoción.
El problema principal que presenta esta cinta es, sin dudas, el guión. La platea infantil se ríe, pero poco y los adultos miramos el reloj constantemente (y vieron que no dije el celuar, porque sino el pelado de Hoyts me tira con el otro zapato). Una buena intención, hecha en forma noble desde lo técnico, pero sin gracia ni voltaje.
Algo imperdonable para una película que intente convocar a los chicos. En definitiva, esta es una cinta familiar, necesaria, únicamente si tenemos que llevar los peques al cine porque no hay un mejor programa.
Yo iría a la plaza pero... Y si llueve justo ese día?