Aislados del resto de Italia, una familia se dedica a la apicultura, hasta que un par de anomalías (un joven, un equipo de televisión) ingresan a ese mundo menos primitivo que tradicional e introducen cierto caos, cierta necesidad de reflexión sobre sus propias condiciones. En realidad, dado que toda la historia está contada desde la mirada de una adolescente, lo que el film narra es el paso del disfrute o la pena absolutas -esos de la infancia, esos que implican la total falta de distancia respecto de aquello que desencadena las emociones- a la reflexión sobre uno mismo y el mundo que nos rodea. Pero nada de esto implica elucubraciones sesudas, sino que el talento de la realizadora Alice Rohrwacher consiste en que este tema surga plácidamente a partir del registro de situaciones, algunas creadas con imágenes de una gran poesía. El film es un viaje de enorme placer hacia una tierra incógnita que es tanto geográfica como emocional y, casi, un bucólico cuento de hadas.