Una liviana farsa con Carmen Maura.
Una suerte de fantasía retro, a mitad de camino entre la nostalgia y el absurdo, Las mujeres del 6° piso intenta contar, en tono de farsa casi teatral, una situación de la vida real como fue la vida de las mujeres españolas que, en los años ’60, se iban a Francia a trabajar como mucamas para escapar de la pobreza y del franquismo.
Un grupo de ellas vive en el sexto piso de un edificio en el que muchas también trabajan. Allí, un piso más abajo pero sin casi darse por enterado de esa situación, vive Jean-Louis (interpretado con todos los tics posibles por Fabrice Luchini). Tras una disputa entre su mujer y la mucama que trabajó con ellos toda la vida (no una española), terminan echándola. Sin saber qué hacer con su casa, contratan a María (la argentina Natalia Verbeke, de El hijo de la novia ), recién llegada a París desde España y sin experiencia laboral, pero “recomendada” por su tía Concepción (Carmen Maura), una de las “mujeres del sexto piso”.
Ese simple pretexto sirve para contar un cuento falsamente inocente sobre cómo la vida de un hombre francés cambia al conocer a su mucama, interesarse primero en ella y luego, ante las fricciones cada vez más constantes con su esposa (Sandrine Kimberlain), enamorarse de la chica.
Ese interés por María lo llevará a conocer a “las chicas”, un grupete bastante gritón y estereotipado de señoras españolas que vive arriba (Lola Dueñas, Berta Ojea y Concha Galán completan el equipo, cada una con sus problemas específicos), ver las lamentables condiciones en las que conviven y su mezcla de bonhomía, solidaridad mutua y dureza en los reclamos, digamos, sindicales. Todo teñido de un entusiasmo y un joie de vivre que incluye su costado gastronómico. La ayuda será mutua: él tratará de mejorar sus condiciones de vida y ellas lo despertarán emocional y, claro, sensorialmente, si bien las sospechas entre ambos tarden un rato en disiparse.
Se podría decir que el filme tiene algo de Historias cruzadas en el cruce entre el mundo de los “patrones” y las lecciones que aprenden de las mucamas, lo mismo que la idea de un hombre reservado y “civilizado” que descubre su otro lado más juvenil y rebelde al conocer bien la vida de “las chicas”. Pero Las mujeres del 6° piso ni siquiera se preocupa demasiado por cualquier costado social ni cinematográfico. Es una fantasía banal, una comedia de tono y tempo teatrales que ya quedaría vieja en la calle Corrientes, y que representa al lado más intrascendente y ñoño del cine francés.