Nadie sale vivo de aquí
Cualquiera que conozca mínimamente de cine argentino advertirá que en esta ópera prima de Marcela Balza trabajó un verdadero dream team: protagonistas de la talla de Marilú Marini, Érica Rivas, Rafael Spregelburd y Andrea Pietra; participaciones especiales de Guillermo Pfening . Eduardo Tato Pavlovsky, Susana Evans, Mike Amigorena y Martina Gusmán; Víctor Kino González en la fotografía; Christian Basso en la música; Miguel Pérez en la edición; Ailí Chen en el arte; Gaspar Scheuer en el sonido; y la colaboración en el guión de Luis Gusmán y Dody Scheuer... Algo así como tener al Barcelona en cancha. Sin embargo, más allá de los nombres rutilantes, apenas la película comienza nos percatamos de que estamos frente a un partido de solteros contra casados.
Las mujeres llegan tarde jamás encuentra su eje, su tono, su estilo, su estética. Es un film al que -en el mejor de los casos- le caben adjetivos como solemne y académico, pero que en verdad resulta moroso, inverosímil en sus diálogos “literarios”, en sus climas opresivos, en la construcción de una “intriga” policial que nunca alcanza un mínimo de tensión y suspenso ni despierta algo de curiosidad.
Más allá de su deshilachada estructura de noir trágico, cumplimos en describir el planteo del film: Miguel (Spregelburd) es un marinero (electricista de a bordo para ser más precisos) que llega a un decadente hotel de la provincia de Buenos Aires con un bolso lleno de dólares. Las dueñas del lugar (Marini y Rivas) están en bancarrota, a punto de perder la posesión, y el huésped se convierte, por lo tanto, en una tentación irresistible, en la única salvación posible. No ahondaremos más en el desarrollo de la trama, pero el film no funciona antes ni mucho menos después de ese “pico” dramático.
Da pena (es un verdadero desperdicio) ver a tan buenos intérpretes sometidos a una puesta en escena tan chata, unas situaciones tan torpes, unas líneas de diálogo tan poco convincentes. La culpa principal, es cierto, es de la realizadora y guionista (la directora técnica para seguir con la analogía futbolera), pero uno también se pregunta si los artistas son realmente selectivos a la hora de elegir un proyecto o muchas veces se juegan a ver lo que sale. Porque ni con el aporte de semejantes talentos en los diferentes rubros ha podido Balza sostener un film mínimamente aceptable. El “Barcelona” cinematográfico, esta vez, perdió por goleada.