“Las noches son de los monstruos”, de Sebastián Perillo. Crítica
Caperucita y su loba se unen buscando revancha.
Escapando del lobo y de los monstruos que la persiguen, Sol se dedicará a deambular y explorar las calles de su nuevo pueblo. Así, en un baldío, la protagonista se cruzará con una perra blanca que tiene una de sus patas lastimada y metida en una trampa metálica y afilada que es encuentra en el suelo. La trampa que retiene a la canina misteriosa, hará que Sol conecte y empatice con ella. Claramente ninguna de las dos es libre de quienes las persiguen e intentan asediarlas. Luego de que Sol salve a la perra, comenzará un vínculo indestructible entre ellas que, estando atravesado por el terror y la magia, se fundirá en una metáfora feminista que empoderará a Sol para liberarse de todo aquello que la subyuga.