Estamos juntos en esto
La única forma de presentar esta película con honestidad implica establecer que no es otra cosa más que entretenimiento puro. No tiene ningún tipo de pretensión artística. No aspira a conmover ni a subvertir ni a explorar ni a resignificar. Lo cual no es automáticamente negativo, para nada. A veces en nombre del arte se inviste de solemnidad a un concepto igualmente soporífero y esa motivación aislada no supone de forma alguna un valor extra cualitativo. Y a veces el entretenimiento, vejado por esa implícita vacuidad, logra perfeccionarse hasta un punto de consumación suprema. Muchas veces, sin embargo, también es caca. Caca visualmente amena, auditivamente coherente. No tan diferente a cualquier otro tipo de caca audiovisual que consumimos en otros formatos y que nos resulta tan imperiosa y narcotizante. Nos nutrimos de esa clase de excremento todo el tiempo. Y nos gusta y volvemos por más y emitimos opiniones forjadas en caca sobre la misma caca que las cimienta. Así como la mosca que se reposa, come, defeca y vomita al mismo tiempo en esa especie de compulsión escatológica retroalimentativa nos sumergimos en estos estímulos. Algunos con intermitencia, los más persistentes con cierta religiosidad.
Las novias de mis amigos (That Awkward Moment, 2014) llega a las salas argentinas con el heroísmo taciturno de todas las de su clase para suplir esa urgencia y nadie que pretenda tener la experiencia cinematográfica más ordinaria del mundo debería dejar de verla.
Tres amigos se reconocen a sí mismos en la decepción amorosa. Como si estuviera pactado, cada vez que se aproximan al momento de oficializar una relación, se escabullen y así evitan la formalidad y el compromiso. Sus vidas se ven convulsionadas cuando conocen a tres mujeres con características parecidas y la trama comienza a complejizarse cuando los sentimientos toman protagonismo y el caos emocional empieza a desenvolverse.
Las novias de mis amigos cuenta con tres columnas vertebrales que sostienen el argumento. Entre sus tres actores principales hay dos estrellas en claro ascenso; Miles Teller de Aquí y Ahora (The Spectacular Now, 2013) y Divergente (Divergent, 2014) y Michael B. Jordan, de tradición televisiva, que alguna vez representó la muerte de la inocencia con su entrañable personaje de Wallace en la fantástica The Wire (The Wire, 2002-2006). El tercero es quizá el más reconocido, Zac Efron que luego de vender su alma al diablo por fama y fortuna participando en High School Musical intenta recomponer o revitalizar su carrera de intérprete con esfuerzos realmente admirables que incluyen Yo y Orson Welles (Me and Orson Welles, 2009), Amor y Letras (Liberal Arts, 2012) y El chico del periódico (The Paperboy, 2012). El guión es una pieza decente pero sin mucho potencial fílmico. Por eso la ejecución es mediocre, de todos los gags muy pocos vuelan y aún menos cuentan con la conclusión básica del remate.
La película contó con un presupuesto de 8 millones de dólares. Tiene dos escenarios recurrentes (interiores, departamentos) y tres o cuatro en exteriores. La mejor forma de sintetizarla es decir que son un grupo de jóvenes conversando, teniendo sexo (con mujeres, no entre ellos) y conversando sobre el sexo que tuvieron con esas mujeres. Peleando, con las mujeres y entre ellos y reconciliándose en un gran acto de amor universal. La recaudación total, hasta la fecha, es de 26 millones. Más del 200% en relación al costo original.