Heroína para los tiempos que corren
Caperucita se cruza con Hansel y Gretel.
En esta secuela de un éxito ( La verdadera historia de Caperucita roja , que ya distorsionaba al original y lo refrescaba con un personaje central mucho más aguerrido y para nada naif como era el original, estrenado aquí en 2007), la protagonista se cruza ahora con Hansel y Gretel.
Caperucita integra una hermandad, que tiene como cruzada que los cuentos terminen siempre bien. Si el lobo no se deglutió a la abuelita, esta misma ahora es clave en la trama: ella es la única que conoce cuál es el ingrediente secreto y último de una receta, que si cae en manos de la malvada de turno... Bueno, el mundo de la infancia de más de uno se vendría abajo.
Este tipo de películas cuenta con un punto a favor, claramente: los chicos, principales destinatarios, no se preocupan por si la historia no es como la que les leyeron antes de acostarse, o si los dibujos se asemejan o no a cómo se los imaginaron. Aquí se ríen precisamente de las diferencias, con Caperucita Roja hecha una suerte de combatiente ninja, que acude con el lobo -su amigo- al rescate tanto de la abuelita como de Hansel y Gretel. Alguien, con una horrible máscara, los secuestró. ¿Y quién podrá socorrerlos? La proyección en 3D está hecha para acrecentar la sensación de profundidad de campo -no para que los golpes de Caperucita o quien fuera salgan de la pantalla-, o sea que está bien. En cuanto al humor, hay gags que podrán ser atrapados por los chicos, y otros son para más entendidos. El doblaje al castellano hace que varios chistes pierdan en la traducción (y también con él se vayan las voces de Glenn Close, Joan Cusack, Martin Short).
A primera vista parece que la película tuviera demasiadas subtramas, pero no: los chicos la disfrutan y la siguen sin ningún problema. La dirección de arte por momentos asombra, y si no todo es Pixar en el mundo de la animación digital, esta Caperucita no desentona ni tampoco destiñe.