Argentino radicado hace unos cuantos años en Montevideo, Adrián Biniez cambia notoriamente de rumbo con su tercer largometraje. Ya sus dos películas anteriores - Gigante y El 5 de Talleres- revelaban talento y personalidad, pero con Las olas Biniez despega hacia otra dimensión, alejándose del naturalismo y proponiendo una narración atípica, de espíritu lúdico, evocativo y azaroso.
Dividida en episodios cuyos títulos citan a los de la saga de novelas de la colección Robin Hood (clásicos de la literatura juvenil de Julio Verne, Emilio Salgari o Robert Louis Stevenson), la historia tiene como protagonista a Alfonso, interpretado por Alfonso Tort, símbolo del cine uruguayo que brilló en la década pasada con películas como 25 Watts y Whisky, nacidas de las entrañas de Control Z, la misma productora de Gigante.
Con un humor exótico y una carga intensa de melancolía, Las olas recorre sinuosamente la educación sentimental de un personaje gris pero también adorable, desde su infancia hasta su adultez, a la manera de un alucinado viaje en el tiempo sin lógica ni ataduras. Como si Francois Truffaut hubiera decidido reunir en un solo film todas las etapas de la vida de Antoine Doinel, uno de los antihéroes más fabulosos de la historia del cine.
La sensibilidad y el buen gusto del trabajo fotográfico y la precisión milimétrica del montaje potencian la poética de esta película lírica y encantadora.