Luego de hacer “El 5 de Talleres”, una buena película que se podría caracterizar por tener una estructura “clásica”; Adrián Biniez propuso insertarse en el cine experimental, presentando una rareza cinematográfica y no falló en el intento. “Las Olas” es el título de este film que nos produce extrañeza de principio a fin.
Localizada en Montevideo, con un formato particularmente distinto a lo convencional, el director nos realiza un recorrido por distintos momentos de la vida de Alfonso. Utilizando la salida y entrada al mar del protagonista, éste va transitando vacaciones de verano de distintos momentos de su vida; como su infancia, adolescencia con amigos, viajes en carpa con sus novias y veranos en familia con su mujer e hija.
Durante la narración, el relato se va permitiendo jugar constantemente con la linealidad y con cuestiones de los personajes de una forma que no deja de generar intriga e interés en los espectadores; lo que podría hacer que la película no sea del todo apta para el público masivo. Pero para quienes disfrutamos de dejarnos sorprender en la sala de cine es una gran experiencia. Es difícil de entender en un principio, pero a medida que va a avanzando y comprendemos su formato y estructura, nos sumergimos en la historia con el personaje, viendo sus distintas experiencias mientras éste cambia. Tanto su perspectiva sobre la trama, como la nuestra, también va mutando.
Con una ambigüedad que acompaña al relato de principio a fin, queda abierta la posibilidad a múltiples interpretaciones. Por mi parte, como espectador, la entendí como un viaje introspectivo hacia distintos momentos en la vida de un hombre, fundamentales en la constitución individual de sí mismo; todo bajo el contexto de las vacaciones que se puede comprender como que está liberado de las instituciones que día a día ejercen presión en nuestra formación. Aunque puede verse de muchas otras maneras, otra visión que noté posible, en mi experiencia, es la concepción de un sujeto de clase media que busca un crecimiento en un ámbito tan cercano, parecido y distinto a Buenos Aires, que es Montevideo.
Siendo una producción pequeña y de bajo presupuesto, esto se nota muy poco en la pantalla. El relato no requiere de grandes efectos o técnicas costosas y está acompañado de una fotografía muy bella con actuaciones que hacen verosímil un relato que sucede en un mundo que no avanza de las mismas formas espacio-temporales que el nuestro.
En balance, es una película que no es para cualquier espectador o espectadora, que toma su tiempo entenderla. Pero si como público buscamos sorprendernos por lo que tiene para proponer la historia, es una experiencia que vale la pena no perderse. Al ser una narración ambigua, que presta lugar a interpretaciones múltiples, invitamos a los lectores a que cuenten su experiencia e interpretación.