El argentino radicado en Uruguay Adrián Biniez debutó en la dirección de largometrajes con Gigante, un retrato minimalista acerca del día a día de un guardia de seguridad. Su segundo trabajo fue El 5 de Talleres, que apostaba al costumbrismo barrial para narrar los últimos días como profesional de un futbolista del ascenso. En Las olas, vuelve a cambiar de estilo para una historia atravesada por la fantasía, lo onírico y los recuerdos.
El protagonista es Alfonso (Alfonso Tort), un cuarentón en apariencia común y corriente que después de un día de trabajo se pone la malla para un baño en las costas montevideanas. La particularidad es que cuando salga del agua lo hará en momentos distintos de su vida, pero con él siendo el adulto de siempre.
Las vacaciones con los padres (que lo tratan como a un chico) primero y con amigos después, el pedido de explicaciones a una ex que lo dejó con el corazón roto y un campamento de verano en un bosque son algunas de las postas de un viaje por distintas playas que funciona como el reencuentro de Alfonso con su esencia sentimental.
Dividido en capítulos titulados con obras de clásicos de la literatura del siglo XIX, en especial de Julio Verne, Las olas arma el rompecabezas de la vida de Alfonso con paciencia y sin apremio. Biniez apuesta por un tono lúdico y tranquilo, sin subrayados ni grandes picos dramáticos, para redondear una película que fluye con la misma naturalidad que las olas del título.