Sumergirse en la propia aventura de soñar.
La duermevela es un estado fascinante que permite entrelazar realidad y sueño en un mismo relato. Mucho más utilizado en el ámbito literario -por ejemplo por Macedonio Fernández- que en el cine, siempre que no estemos hablando del genial David Lynch, referente habitual cuando se trata de pensar el séptimo arte como una suerte de proclama anti realista.
Eso es lo que ocurre en este extraño y a la vez bienvenido opus de Adrián Biniez (Gigante y El 5 de Talleres), Las Olas, con su propuesta de relato episódico, que coquetea con la comedia absurda, el cine de aventuras y un intrigante buceo por los rincones de los sueños, los recuerdos y la deformación de la realidad a partir de la memoria y su capacidad evocativa.
El protagonista de este relato es Alfonso (Alfonso Tort). Su aspecto entre inocente y aniñado genera en el espectador la incertidumbre sobre su real madurez. Todo se disipa cuando se precipita en una corrida hacia el mar, ese espacio ambiguo que le permite nadar sin ataduras hacia el pasado o tal vez hacia su mundo de reconstrucción de recuerdos de veranos en la costa o las mujeres con las que entabló algún que otro roce amoroso durante aquellas estadías.
La ambiguedad transmitida por Alfonso cuando recibe reprimendas o retos de sus padres, al responder desde la rebeldía de un niño con palabrotas o incluso en el modo de relacionarse con otros niños implica en cierta manera una forma de exponer los contactos afectivos con la infancia y no renunciar jamás al niño interior, a pesar de la adultez y de las etapas madurativas per sé donde la realidad es menos líquida que la que supone el mar y su inmensa chance de sondearlo.
Por momentos, Las Olas en ese ir y venir continuo entre la aventura y la capacidad de asombro cuando nada de lo que ocurre en pantalla puede anticiparse genera por peso propio un mecanismo intrínseco para alejarla de todo intento de anclaje con lo real y lo mismo ocurre con el humor anecdótico que atraviesa el derrotero del protagonista y los personajes secundarios que aparecen en su aventura.
Una propuesta distinta con el riesgo que eso implica para este director prometedor en cada una de sus películas y que insufla de aires renovados a un cine rioplatense que debe tenerse siempre en cuenta.