LA DISTANCIA JUSTA
Hay en este film de Edgardo Castro una lucidez que se aleja de los lugares comunes con que se aborda la marginalidad en otras producciones. Ese es el punto fuerte de Las ranas, un crudo relato social que por momentos pierde el eje -salta entre dos puntos de vista-, pero nunca diluye su historia más valiosa: la de la “rana”, jerga carcelaria para denominar a mujeres que se aproximan a los penales a través de las redes sociales, sin que exista un vínculo formal con el preso. Tampoco son prostitutas y pueden llegar a ser utilizadas en las visitas para el tráfico de drogas o celulares robados.
Este marco explicativo es sin embargo innecesario porque somos partícipes de la odisea de la protagonista de 19 años, que vende medias en la calle y cuida de su hijo, intentando hacer su vida en el Conurbano. Hay una distancia que está lejos de juzgar el accionar de los personajes, algo que se agradece a pesar de que subraya innecesariamente algunos momentos. Esta distancia, naturalizada por los largos travelling laterales o con cámara al hombro, es clave para hacernos testigos silenciosos de estos escenarios y la vida doméstica de los personajes. El montaje es delicado y la fotografía tiene algunos aciertos que dan un sutil marco expresivo. Es un relato que sabiamente alterna entre una escena doméstica realizando empanadas y otra donde se trafican celulares.