Luego de sus películas «La Noche» (2016) y «Familia» (2019), Edgardo Castro decide quedarse únicamente detrás de cámara para ofrecernos «Las Ranas», una película que retoma el tema de la soledad entre la multitud a través de una mirada particular y un tema poco abordado.
En la jerga carcelaria, las ranas son aquellas mujeres que visitan y acompañan a los presos. No necesariamente son sus novias o esposas, tampoco son prostitutas, sino que son una especie de sostén emocional y muchas veces suelen estar involucradas en el contrabando de drogas y celulares. En este caso particular conocemos a una de ellas, Barby, una joven de 19 años que vive en el Conurbano y hace poco fue madre. Sus días se dividen entre cuidar a su hija, tratar de vender medias para sobrevivir aunque no tiene mucho éxito y visitar a su pareja en Sierra Chica.
«Las Ranas» nos muestra un costado no muy visibilizado de la cárcel, esta vez no nos centramos en los presos, las situaciones adentro o cómo llegaron allí, sino en aquellas mujeres que no eligieron esta vida pero es lo que les tocó atravesar y le ponen el cuerpo y alma cada uno de sus días.
La película logra transmitir honestidad y emoción a través de las acciones, los gestos y las miradas, que dicen mucho más que las pocas palabras que podemos escuchar en la hora y 15 de duración. Se prioriza el silencio por sobre los diálogos, retratando la rutina de la protagonista y observando su andar, sus caminatas, sus viajes en tren y micro. La cámara nos ofrece un registro cuasi documental, siguiendo de cerca a los personajes pero sin invadir su privacidad. La banda sonora también refleja parte de esta realidad, conformándose con las canciones que se van escuchando en los distintos lugares.
Por su parte, las actuaciones también nos generan esta sensación de realismo, se las siente muy naturales en todo momento, haciéndonos dudar si seguimos a personas reales o a personajes que las retratan.
En síntesis, el director posa su cámara sobre personajes que muchas veces no son visibilizados, para retratar su vida y las situaciones por las que atraviesan. Con un registro que coquetea entre lo ficcional y lo documental, la película logra transmitir con naturalidad y honestidad la rutina de esta mujer, cuyos gestos y actitudes consiguen emocionarnos.